El primer ministro griego, Alexis Tsipras, llamó este miércoles a votar “no” en el referendo del 5 de julio, para que el gobierno pueda obtener “un acuerdo mejor” con sus acreedores, con los que seguirá negociando a pesar del rechazo de Berlín a la nueva propuesta de Atenas, que cayó en default el martes.

El “no” en la consulta será un “paso decisivo para un acuerdo mejor”, aseveró Tsipras.

“Un ‘no’ supone una fuerte presión para un acuerdo económicamente viable, que dará solución a la deuda” pública, que el gobierno griego pide reestructurar, insistió.

El primer ministro aseguró que quiere a toda costa mantener a su país en el euro, y que “el gobierno griego sigue en la mesa de negociación, y seguirá hasta el final”.

Tsipras hizo su alocución después de que su gobierno enviara a sus acreedores una propuesta, en la que acepta con una “serie de modificaciones” las condiciones de éstos para alcanzar un acuerdo y seguir recibiendo financiación.

Pero en la UE se considera que la victoria del “no” amenaza con sacar a Grecia de la zona euro y provocar una gran crisis en las instituciones europeas, por lo que esperaban otro mensaje.

“Podría haber un avance si el gobierno griego hace claramente campaña por el sí en el referendo, o si cambia la pregunta, o si la anula”, escribió en Twitter este miércoles el ministro de Finanzas eslovaco, Peter Kazimir.

Esta postura sorprende aún más luego de que el martes el gobierno griego evocara la posibilidad de una suspensión del referendo, según varias fuentes europeas.

Asimismo, el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, manifestó este miércoles que un acuerdo podría lograrse rápidamente tras el referéndum organizado para el domingo por Atenas sobre las propuestas de los acreedores del país, que para él están “dispuestos a (encontrar) una solución”.

“El lunes (próximo), los acreedores tendrán el mensaje del pueblo griego. Ellos están dispuestos a un acuerdo pero querían escuchar al pueblo”, dijo ante cámaras de la televisión pública ERT.

Un tercer plan de ayuda

Atenas llegó incluso a enviar, al mismo tiempo que caía en default con el FMI por un impago de 1.500 millones de euros, una nueva propuesta con una serie de modificaciones y también de concesiones, con las que aceptaba las reformas que se le exigían.

A cambio el ejecutivo heleno pedía un préstamo de unos 30.000 millones de euros del fondo permanente de rescate de la Eurozona para cubrir sus necesidades de financiación hasta 2017.

Esto constituiría un tercer plan de ayuda, luego del que recibió Grecia en 2010 y en 2012. Este último llegó a su fin el martes a la medianoche.

En una teleconferencia este miércoles, los ministros de Finanzas de la zona euro tomaron la decisión de esperar el resultado del referendo antes de reanudar toda negociación. Hasta entonces no habrá negociaciones.

“Simplemente vamos a esperar el resultado del referendo”, dijo el presidente del Eurogrupo, Jeoren Dijsselbloem, explicando que por la situación política y el llamado del gobierno griego a votar ‘no’, no había lugar para mayores negociaciones.

“El futuro de Europa no está en juego”, había dicho antes este miércoles la canciller alemana Angela Merkel, que reiteró que no se podrá hallar una salida a la crisis griega antes del referéndum del domingo que espera “con tranquilidad porque Europa es fuerte”.

Si se abriera una nueva negociación, el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombovskis, estimó que habría “una posibilidad de lograr un acuerdo antes del próximo vencimiento” del 20 de julio, día en que Grecia debe pagar 3.500 millones de euros al BCE.

La zona euro está dispuesta a analizar el nuevo pedido griego, “pero pienso que recién podremos ocuparnos seriamente después del fin de semana”, dijo el martes el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, una vez celebrado el referendo.

El salvavidas del BCE

Este miércoles el BCE decidió mantener sin cambios el límite de la ayuda de urgencia a los bancos helenos, fragilizados por las retiradas masivas de los griegos, inquietos sobre el futuro financiero.

Según una fuente bancaria griega, el BCE sigue “listo para intervenir si y cuando sea necesario”, y aclaró que “no fue tomada ninguna otra decisión”, en un momento en el que la nota crediticia de Grecia y de sus grandes bancos hacían pensar un recorte a la cantidad de títulos de los bancos griegos que son aceptados a cambio de liquidez. 

Técnicamente, el BCE podía cerrar el grifo financiero, aunque parecía poco probable. Tsipras decretó el fin de semana un corralito y tope de 60 euros por día para retirar con tarjeta de los cajeros. Excepcionalmente las entidades están abiertas este miércoles, jueves y viernes.

En default, Atenas pidió ‘in extremis’ al FMI que conceda un aplazamiento de los pagos, algo sobre lo que el Fondo debe decidir en las próximas semanas.

Sin embargo, este miércoles apuntó que prorrogar plazos “no ayuda”.

“El FMI ha postergado los plazos a algunos países de bajos ingresos que lo han pedido, pero en cada caso esta prórroga no ha ayudado a hacer frente a las necesidades de financiamiento y a problemas económicos fundamentales”, escribió la institución.