“Dependiendo la edad que tengamos hablamos distintos temas: cómo va todo con nuestra pareja, si ya pasó algo con el hombre con el que estoy, si estoy separada nos contamos con quién estoy saliendo y cómo enfrentarlo con los hijos y si ya estoy mayorcita, hablamos de la menopausia y la forma en que afecta en nuestra vida sexual. Pero, ¿por qué nunca hablamos de nuestros problemas reales de sexualidad? “.

Así lo afirma Odette Freundlich, kinesióloga especialista en disfunciones del suelo pelviano y sexualidad y directora del Centro Miintimidad, quien dijo que a las mujeres les cuesta hablar de algunos temas como la dificultad para alcanzar el orgasmo, el dolor durante las relaciones sexuales o incluso la falta de deseo.

Ella señala que a su consulta acuden muchas mujeres de diversas edades, con disfunciones sexuales de distintos tipos. “La mayoría de ellas me cuenta que estos problemas no los comparten con nadie, que no se atreven y les da vergüenza decirle a una amiga que, por ejemplo, no han logrado tener penetración vaginal con el pololo con el que están hace años”, relata.

Odette contó que Sandra, una de sus pacientes, le dijo: “Todas cuentan que lo pasan tan bien, que tienen encuentros tres veces por semana y orgasmos increíbles. ¡Cómo voy a contarles lo que me pasa a mi! Finjo que estoy regio y me voy a mi casa triste y frustrada”.

La profesional señaló que luego de esta conversación, le pidió que cuando se juntara con sus amigas les preguntara si alguna había tenido dolor durante sus relaciones sexuales.

“Con gran sorpresa, la siguiente sesión llego contándome que, al abrir el tema, algunas de sus amigas empezaron a sincerarse. Una de ellas le contó que sí le había dolido algunas veces, que sentía irritación y ardor, pero no se atrevía a decirlo ni sabía con quién consultar. Otra, de 27 años, les reveló que nunca había experimentado un orgasmo y se sentía muy frustrada por eso”, manifestó.

Odette afirmó que tras esta situación, Sandra se atrevió a contarles que nunca había podido tener relaciones sexuales y que sufría de una disfunción sexual llamada vaginismo, por la cual se estaba tratando y estaba a punto de terminar su terapia. “’No te imaginas el clima de compañerismo, confianza y solidaridad que se generó’, me confesó”, recordó la especialista.

Por ello, Freundlich recomendó atreverse a “conversar y compartir con las amigas desde la verdad y el corazón y verán que no son las únicas que están sufriendo de algún problema en área de su sexualidad. Todo tiene solución, atrévanse a consultar y compartir”.

“No queremos estrellas de Hollywood, sino mujeres reales con alegrías, dificultades y la inteligencia para animarse a solucionar sus problemas”, finalizó la experta.