Las investigaciones por corrupción en el fútbol sudamericano que se adelantan en Estados Unidos no solo han puesto en aprietos financieros a la Copa América 2015, sino que también amenazan futuras ediciones del torneo.

El actual problema financiero del evento se explica con relativa facilidad: la Justicia estadounidense, en el marco de las investigaciones por corrupción en el fútbol latinoamericano, congeló las cuentas bancarias de Datisa, la firma de mercadeo deportivo que adquirió los derechos de la cita.

La compañía, que solo le ha pagado a la Conmebol 25 millones de dólares de los 320 que le costaron tres versiones de la Copa América (2015, 2019 y 2023), más el torneo Centenario (2016), está incapacitada legalmente -por ahora- para desembolsar más dinero.

Esto ha derivado en un aprieto financiero a la hora de pagar los premios y los gastos de las selecciones que acudieron a la cita en Chile.

Pero ese es el inconveniente menor, y para solucionarlo la Conmebol ha anunciado que acudirá a sus reservas. La confederación sudamericana de fútbol está dispuesta a asumir el déficit de 45 millones de dólares que la situación jurídica de Datisa le ha generado a la Copa América 2015.

Sin embargo hay otro inconveniente mucho mayor, la incertidumbre que se ha cernido sobre las próximas tres ediciones de la Copa América. Esta situación es mucha más compleja, y es la que verdaderamente le depara dolores de cabeza a la entidad del fútbol sudamericano.

Datisa, que según el Departamento de Justicia de los Estados Unidos pagó 110 millones de dólares en sobornos a altos funcionarios de la Conmebol y la Concacaf, está en un limbo jurídico. Si bien su situación de iliquidez le impide pagar, los derechos que adquirió siguen vigentes, al igual que las transacciones de reventa que firmó con los patrocinadores y socios comerciales de las futuras Copa América.

En el organismo llegaron a contemplar la opción de anular los contratos celebrados con Datisa, pero ante la maraña legal que ello desataría es poco probable que siquiera se intente algo de semejante magnitud.

El principal obstáculo que le ha aparecido al futuro de la Copa América, el que pone en riesgo su celebración en el futuro, es el mismo que bajo circunstancias distintas debería alegrar a los organizadores del evento deportivo por garantizar su existencia: la sociedad con poderosas empresas interesadas en respaldar el torneo de fútbol más importante de Sudamérica.

Coca Cola, Televisa, Claro, DHL y Kia Motors son apenas algunas de ellas. Pero estas poderosas firmas internacionales tienen acuerdos vigentes con Datisa y sus subsidiarias, a las que les han pagado a tiempo las cifras acordadas.

Ese dinero, sin embargo, queda congelado por la Justicia de los Estados Unidos, y no llega a las arcas de la Confederación, que ya trató de convencer a las empresas asociadas a la Copa América de efectuarle directamente los pagos.

La gestión no tuvo éxito y ello conlleva un escenario que pone en peligro el futuro de la Copa América. Mientras el proceso a Datisa no se resuelva, los compromisos seguirán vigentes, pero los recursos para financiar los próximos torneos no estarán a disposición de la Conmebol.