Yassin Salhi, sospechoso de haber decapitado a su jefe el viernes en el centroeste de Francia, confesó haberlo asesinado, antes de ser trasladado a la sede policial antiterrorista en París.

Salhi, detenido el viernes en el lugar del ataque, una planta de gas industrial cerca de la ciudad de Lyon (centroeste), empezó a hablar a los investigadores el sábado por la noche tras haber mantenido silencio desde su arresto.

“También dio elementos sobre las circunstancias” del crimen, añadió una fuente cercana al caso, sin más precisiones.

Por su parte el primer ministro francés Manuel Valls, interrogado sobre este ataque y los dos atentados del mismo viernes en Túnez y Kuwait, aseguró este domingo que su país vive” bajo una amenaza terrorista muy importante” y que el combate contra el yihadismo “será largo”.

“Este combate será largo” y “no se pueden exigir resultados inmediatamente” dijo Valls en una entrevista simultánea para varios medios franceses, entre ellos la radio Europe 1.

En Lyon, Yassin Sahli, comenzó a “relatar los hechos” el sábado por la noche, antes de confesar el asesinato de su jefe, Hervé Cornara, de 54 años, según esta fuente.

Según los investigadores, el sospechoso envió un selfie junto a la cabeza decapitada de su víctima a un número de teléfono canadiense. Por el momento, se desconoce el destinatario y el número podría ser sólo un número de paso hacia otro teléfono.

Canadá colabora con la investigación francesa para tratar de encontrar al destinatario del selfie, indició el ministerio de Seguridad Pública en Ottawa.

Por su parte los investigadores franceses estudian una posible conexión con Siria. Según los últimos datos disponibles, al menos 473 personas que salieron de Francia se encuentran en las zonas que controla el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria e Irak.

La prisión preventiva para Salhi, que empezó el viernes por la noche en Lyon, puede durar hasta 96 horas antes de que pase a disposición judicial.

Modus operandi similar al EI

Los primeros resultados de la autopsia de la víctima, Hervé Cornara, no han permitido determinar las causas exactas de la muerte ni tampoco si estaba muerto cuando fue decapitado. Se van a realizar nuevos exámenes.

La cabeza apareció colgada una verja del recinto donde tuvo lugar el atentado, una fábrica de gas industrial en Saint-Quentin-Fallavier, a unos treinta kilómetros de Lyon.

La cabeza estaba rodeada de banderas con mensajes religiosos islámicos, un modus operandi similar al del EI.

Salhi, de 35 años y padre de tres hijos, se presentó el viernes con una camioneta ante la fábrica de la compañía estadounidense Air Products. Luego lanzó su vehículo contra un hangar, provocando una explosión que no dejó heridos.

Después de esa primera explosión Yassin Salhi fue rápidamente detenido por los bomberos cuando al parecer intentaba provocar una segunda explosión.

Las autoridades francesas han reforzado la vigilancia -con el denominado plan Vigipirate- en la región de Lyon, donde hay numerosas plantas químicas y tres centrales nucleares.

El primer ministro Manuel Valls, que acortó una visita a América del Sur tras el atentado, recordó que “la cuestión no es saber si habrá un nuevo atentado, sino cuándo”.

En este sentido, el 85% de los franceses consideran que la amenaza terrorista en Francia es “alta”, según un sondeo Ifop que publica este domingo el Journal de Dimanche. 

Fichado entre 2006 a 2008 por los servicios de inteligencia por su radicalización, Yassin Salhi, originario de Doubs (este) que acababa de llegar a Saint-Priest, en las afueras de Lyon, fue fichado de nuevo entre 2011 y 2014 por sus vínculos con el movimiento salafista.

Se había radicalizado a principios de la década del 2000 tras su contacto con un hombre sospechoso de haber preparado junto a militantes de Al Qaida atentados en Indonesia.