Con datos precisos que no alcanzan a tener dos siglos, nuestro conocimiento sobre los terremotos y sus efectos aún tienen muchos agujeros por llenar. Uno de ellos es saber cómo se deforman las placas tectónicas durante un ciclo sísmico completo, es decir, entre dos grandes movimientos telúricos y la actividad sísmica menor que ocurre entre ellos.

Para resolver esta incógnita, un equipo de científicos del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) comenzaron a estudiar los curiosos movimientos que ha sufrido la isla Santa María, parte de la comuna de Coronel en la Región del Bío Bío, la cual ha ascendido, bajado y vuelto a subir con los terremotos.

¿Por qué la isla Santa María? Porque los investigadores tuvieron la fortuna de contar con un registro detallado del terremoto grado 8.5 que sacudió la costa sur de nuestro país en 1835, gracias a Robert FitzRoy, capitán del Beagle, el barco que trasladó a Charles Darwin en su viaje alrededor del mundo.

Sucede que el equipo de investigación de FitzRoy y Darwin se encontraba justo en la zona durante el movimiento -que inició un ciclo sísmico- y pudo atestiguar cómo la isla se elevó de 2.4 a 3 metros tras el evento.

El equipo del USGS revisó registros posteriores y encontró que -curiosamente- durante las décadas siguientes la isla comenzó a hundirse con los siguientes temblores, bajando en promedio 1.4 metros.

Finalmente, el ciclo sísmico se cerró con el reciente terremoto 8.8 del 27 de febrero de 2010, el cual volvió a elevar la isla.

Según recoge el portal científico Tech Times, aunque los datos analizados hasta ahora no resultan consistentes, se puede asegurar que al menos 10% a 20% de las deformaciones causadas por los terremotos son permanentes. Aron J. Meltzner, uno de los miembros del equipo, indicó que los resultados concuerdan con las leyes básicas de los movimientos de placas tectónicas, pero que sus efectos parecen ser mucho más complejos de lo que se creía.

Meltzner explicó que las variaciones en el comportamiento de las fallas geológicas, ya sean movimientos débiles o fuertes, podrían ocurrir con una frecuencia mayor de la que se pensaba hasta ahora.

De esta forma, el equipo concluyó que las deformaciones sobre la superficie del planeta en las zonas de subducción pueden ser muy variadas a lo largo del tiempo, algo que obligaría a revisar las teorías de que los riesgos de terremoto dependen del tiempo que pase entre ellos.