Distintas casas de estudio dan cabida en sus actividades curriculares y extracurriculares al Liderazgo y a la Responsabilidad Pública. Cuando ambos conceptos son definidos, se intenta siempre explicar que ambas virtudes pueden y deben aplicarse en cualquier actividad en la vida, no importando si pertenecemos al mundo público o privado.

El caso de un futbolista no es la excepción. Es lamentable lo que sucedió con Arturo Vidal el día de ayer; él es quizás el mejor jugador chileno del momento, campeón en Italia y con fama mundial. En momentos en que representa a su selección en un torneo continental jugando en su propio país, decide pasar una tarde libre en un casino de juegos y bebiendo alcohol. Decisión que por sí sola puede ser cuestionable, más aún cuando luego sufre un accidente automovilístico donde hay terceros involucrados.

En base a talento, esfuerzo y desplante, Arturo llegó a la categoría de “Rey”, el “Rey Arturo” fue bautizado en el continente que más sabe de monarquías. Nadie podía discutir su liderazgo, sólo él mismo. Se equivocó rotundamente, y no se trata de errar un penal o tener un mal partido, se trata de no cuidar su patrimonio moral, de poner en tela de juicio su trayectoria de sacrificios, riesgos, aciertos y errores (los que creíamos superados). Vidal siembra un manto de dudas sobre su liderazgo deportivo y más grave aún, sobre su liderazgo social.

En cualquier actividad que una persona haga, debe ser responsable de cómo sus actos inciden en la vida de los otros, esa es la esencia de la Responsabilidad Pública. Hasta ayer, Arturo era el principal responsable de tener a un pueblo contento e ilusionado con un logro deportivo y hablamos de un pueblo que hoy por hoy, no lo pasa nada de bien, lo que hacía todavía más notable su aporte. Sin embargo, su elección de pasar así sus horas libres, lo hace faltar a esa responsabilidad.

Hoy leemos y escuchamos diversas opiniones respecto a este tema. Una mayoría lo lamenta mucho, algunos quieren condenarlo, otros quieren perdonarlo, y otros dicen que es sólo un jugador de fútbol, que el país tiene cosas más importantes de que preocuparse.

Todos los puntos de vista son legítimos. A continuación doy el mío.

En los procesos formativos, los líderes deben ser guiados por otros líderes o también llamados mentores. Creo que Arturo Vidal, a pesar de tener una trayectoria en el fútbol, es una persona joven y, por lo tanto, es normal que cometa errores. Vidal corresponde a una generación de jugadores excepcional de nuestro fútbol. Aunque antes también hubo camadas de excelentes futbolistas, ésta en particular tuvo una suerte.

Cuando apenas pasaban los 20 años, esta generación de deportistas fue dirigida por Marcelo Bielsa, un entrenador que propone una dinámica forma de jugar y sus equipos tienen un gran despliegue físico.

Hay una serie de aspectos futbolísticos positivos a los que no me voy a referir. Prefiero decir que Bielsa es un técnico de fútbol reconocido por ser un gran trabajador, por darle un trato profesional, respetuoso y formativo a las personas con las que trabaja, que jamás puso en riesgo la integridad física de un jugador por conseguir un resultado a corto plazo. Era un director técnico que tenía opinión política y una visión de sociedad, que participaba de actividades vecinales en el entorno de Juan Pinto Durán, que a pesar del recelo y hermetismo de las prácticas, se daba el tiempo de abrir espacios para niños que llegaban, incluso de regiones, con la ilusión de estar al lado de sus ídolos.

En fin, son muchos factores que tienen que ver básicamente con lo humano que hacían de Marcelo Bielsa un líder formador de líderes, una persona que se ganó el respeto y la disciplina de sus dirigidos con trabajo y actitud trascendente. Más allá de especular que con Bielsa esto no hubiera sucedido, mi opinión apunta a la preocupación de trabajar buscando sólo un resultado de corto plazo y no importando lo qué sucede más allá de una cancha de fútbol.  

Alvaro Vial Luarte
Académico
Universidad del Desarrollo

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