Las presiones y el pesimismo en torno a las nuevas negociaciones de Grecia con sus acreedores, previstas el jueves, aumentaban el miércoles, con Estados Unidos alertando de perturbaciones en la economía mundial ante la ausencia de un acuerdo.

Los ministros de Finanzas y los Estados miembros de la zona euro, así como el Fondo Monetario Internacional (FMI), se reunirán de nuevo en Luxemburgo para intentar alcanzar una solución a esta crisis, que permitiría a Grecia obtener los miles de millones de euros necesarios para mantenerse a flote a cambio de reformas que satisfagan a sus acreedores.

Sin embargo, los principales interesados no escondían sus dudas respecto al cierre de un acuerdo.

“No lo creo”, dijo el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, en referencia a la posibilidad de un compromiso en el encuentro del jueves. “Ahora son los dirigentes políticos quienes deben llegar a un acuerdo”, añadió.

Por su parte, su homólogo alemán, Wolfgang Schäuble, tampoco confiaba mucho en desbloquear la situación, mientras que el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, espera simplemente que la reunión de Luxemburgo sea “útil”.

Bajar las pensiones 

El vicecanciller griego, Euclides Tsakalotos, principal representante de Atenas en las negociaciones con sus acreedores (Banco Central Europeo, FMI y Unión Europea), considera que estos últimos “no parecen estar dispuestos a alcanzar un compromiso”.

“Nuestros interlocutores insisten cada vez en una bajada de las pensiones. Esto no es realista en un país en el que ya se han reducido considerablemente desde hace cinco años y donde dos tercios de los jubilados viven por debajo del umbral de la pobreza”, apuntó Tsakalotos en una entrevista al diario francés Libération, que aparecerá el jueves.

“Si Europa insiste en esta incomprensible fijación” de pedir una reducción de las pensiones griegas, “tendrá que asumir el precio de las consecuencias, que no beneficiarán a nadie” en el continente, aseguró el primer ministro griego, Alexis Tsipras, quien habló el miércoles por teléfono por primera vez desde la semana pasada con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Tsipras viajará el jueves, junto a varios ministros de su gobierno de izquierda radical, a Rusia para participar en un foro económico en San Petersburgo y para reunirse el viernes con el presidente Vladimir Putin. 

Durante este viaje, la delegación griega podría abordar la participación de su país en el proyecto de gasoducto Turkish Stream del gigante ruso Gazprom, que tanto irrita a Europa y a Estados Unidos.

Presiones crecientes

Además del pesimismo, las advertencias se multiplicaban la víspera de la reunión.

De visita en Atenas, Amanda Sloat, una responsable del Departamento de Estado norteamericano, urgió a Grecia a “dar un paso” para alcanzar un acuerdo pragmático con sus acreedores.

“En caso de que no haya un acuerdo, veo el potencial de que haya alteraciones que podrían afectar las perspectivas económicas europeas y los mercados financieros globales”, advirtió la presidenta del banco central estadounidense (FED), Janet Yellen.

“La incapacidad de llegar a un acuerdo supondría el inicio de un doloroso camino que llevaría a un impago de la deuda de Grecia y luego a una salida del país de la zona euro y, muy probablemente, de la Unión Europea” (UE), estimó por su parte el banco central griego en su informe anual, si bien indicó que el acuerdo está cerca.

Para los analistas del banco alemán Berenberg, la falta de entendimiento entre Grecia y sus acreedores, que aumentó estos últimos días, reduce las probabilidades de un acuerdo en el último minuto para desbloquear un nuevo tramo de préstamos de 7.200 millones de euros, al tiempo que aumenta las de un salida del país de la zona euro.

El presidente del banco central alemán, Jens Weidmann, advirtió de “las consecuencias difícilmente controlables para Grecia”, si no paga a sus acreedores.

El gobierno griego está sometido también a las presiones de su propio partido, Syriza, parte del cual se opone a cualquier concesión a los acreedores que viole promesas electorales, así como a las de la calle. Unas 7.000 personas se concentraron el miércoles por la noche en el centro de Atenas para exigir “el fin de los sacrificios”.

Aunque Grecia obtuvo de sus acreedores la reducción de los objetivos de superávit primario (del 3% al 1% del PIB en 2015) en las negociaciones, el alcance de los recortes continúan dividiendo a Atenas y a la troika (UE, BCE y FMI).

Pero, sin el visto bueno a la entrega del último tramo del préstamo internacional, Grecia podría mostrarse incapaz de devolver los 1.500 millones de euros debidos al FMI a finales de junio.

El tiempo apremia. La última ocasión para alcanzar una solución podría ser la cumbre europea prevista a finales de junio o una cumbre excepcional convocada antes.