Jeb Bush reconoció que pese a su apellido debe pelear duro para conseguir llegar a la Casa Blanca, al oficializar este lunes su candidatura a las primarias republicanas para las presidenciales estadounidenses de 2016.

“Ninguno de nosotros merece el puesto por su curriculum, por su partido, por su experiencia, por su familia. No es el turno de nadie. Todos deben pasar el examen y no hay favoritos”, dijo Bush en el Miami-Dade College, en la ciudad donde reside, ante unas 3.000 personas, según su campaña.

Nuestro país va por muy mal camino. Y la pregunta es: ¿Qué haremos?. (…) Yo ya decidí. Soy candidato para presidente de Estados Unidos“, dijo Bush en su discurso de media hora, en el que destacó sus logros en los ochos años que fue gobernador de Florida (sureste de EEUU), para contrarrestar la noción de que es el heredero de la familia Bush.

En Miami acompañaron a Bush su esposa mexicana, hijos, nietos y otros familiares, pero no aparecieron ni George W. (2001-2009) ni su padre, el primer presidente Bush (1989-1993).

No daré nada ni a nadie por sentado. Yo haré campaña con el corazón. Seré candidato para ganar“, dijo Bush, de 62 años, al entrar a la batalla por la nominación republicana, en un campo ya bastante poblado con una decena de postulantes.

Aunque recién confirma su candidatura, desde hacía seis meses adelantaba una agresiva campaña de recaudación de fondos y de visitas a estados clave de las primarias.

“Trabajen con nosotros por los valores que compartimos y para un gran futuro que es nuestro para construir para nosotros y nuestros hijos”, señaló Bush en español, idioma que domina.

Bush, que llegó a ser considerado “cubano honorario” en Florida por su cercanía a la comunidad cubano-estadounidense cuando dirigió el estado, coquetea con los hispanos, que han favorecido a los demócratas en las últimas elecciones.

“Jeb!”

El sencillo logo de campaña “Jeb!” divulgado antes del anuncio oficial, omite el apellido de su familia, que sigue siendo polémico.

Sus lazos familiares le han hecho trastabillar, por ejemplo sobre la invasión a Irak. Tras haber defendido la decisión de su hermano, posteriormente retrocedió y dijo que si él hubiera sido presidente no hubiera ordenado el ataque.

Sus rivales demócratas tratan de asociarlo al polémico legado de George W. Bush, sobre todo por la guerra en Irak o la crisis económica.

“Ya hemos visto lo que es una economía dirigida por un Bush”, dijo este lunes la presidenta del Comité Nacional Demócrata, Debbie Wasserman Schultz.

Reforma migratoria

Bush aprovechó su discurso para lanzar críticas a la política exterior de Barack Obama.

Fustigó al mandatario por haber dicho que no descartaba visitar Cuba, país con el que inició un acercamiento tras medio siglo de enemistad.

No necesitamos un turista que vaya a La Habana en apoyo de una Cuba fracasada. Necesitamos un presidente estadounidense que vaya a La Habana en solidaridad con el pueblo cubano libre. Y yo estoy listo para ser ese presidente“, dijo Bush.

El lanzamiento del lunes buscó darle un nuevo impulso a Jeb Bush, que ha perdido su aura de candidato invencible entre los republicanos

Otros postulantes le pisan los talones en las encuestas, como el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, y el senador de Florida, Marco Rubio, un estadounidense de origen cubano que quiere ser el primer presidente hispano de Estados Unidos.

El que resulte electo probablemente se enfrentará a la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, la favorita para obtener la candidatura del lado demócrata.

Bush debe disipar el escepticismo de sectores de las bases republicanas que consideran que no es suficientemente conservador.

Uno de los temas que causa rechazo en las bases conservadoras: su abierto apoyo a una reforma migratoria que abra una vía para legalizar a los once millones de indocumentados en Estados Unidos, la mayor parte de ellos latinoamericanos, pese a que ha criticado medidas ejecutivas de Obama para beneficiar a millones de indocumentados.

“Yo le apoyo, yo soy ciudadana (estadounidense), si él ayuda a tanta gente indocumentada” votaré por él, dijo a la AFP Ana María Torres, una boliviana de 60 años que llegó a Estados Unidos en 1993.

“Hizo un trabajo maravilloso como gobernador”, dijo de su lado el empresario cubano-estadounidense Carlos Musivay. “Jeb es Jeb, es él mismo, cuando fue gobernador no era George W. Bush quien dirigió Florida”.