Las negociaciones entre el gobierno griego y sus acreedores parecían este domingo al borde de la ruptura, tras el fracaso de una nueva ronda de negociaciones en Bruselas, con el que Atenas se acerca peligrosamente a un ‘default’.

“Los griegos vinieron con las manos en los bolsillos”, dijo con amargura una fuente cercana a las negociaciones. “Sólo tienen un leitmotiv: tener una negociación política”, en la próxima cumbre europea prevista a fines de mes en Bruselas, añadió la fuente.

El gobierno griego aseguró por su lado que los acreedores no respondieron a sus propuestas, y por el contrario se obcecaron en defender exigencias “irracionales”, en particular el Fondo Monetario Internacional, que mantuvo una posición “intransigente y dura”.

Las negociaciones iniciadas el sábado por la tarde en Bruselas se consideraban como “una última tentativa” para encontrar una solución con el gobierno de Alexis Tsipras, que necesita recibir el último tramo de asistencia financiera de sus acreedores (7.200 millones de euros) para saldar un pago de casi 1.600 millones de euros al FMI el 30 de junio.

En la reunión participaban del lado griego el vice primer ministro Ioannis Dragasakis, el vicecanciller Euclides Tsakalotos y la mano derecha de Tsipras, Nikos Pappas. Del lado europeo estaban el jefe de gabinete de Juncker, Martin Selmayr, y representantes del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el fondo de apoyo de la eurozona.

Las conversaciones terminaron sin acuerdo, a causa de las “divergencias importantes” que persisten entre ambas partes, anunció un portavoz de la Comisión Europea.

“Las propuestas griegas siguen siendo incompletas”, afirmó el portavoz, añadiendo que los griegos deben aceptar un esfuerzo presupuestario anual de “hasta 2.000 millones de euros” para obtener a cambio la ayuda que necesitan, a fin de refinanciarse y no incurrir en un próximo ‘default’.

Las conversaciones, añadió, seguirán en la reunión que los ministros de Finanzas de la zona euro celebrarán el jueves en Luxemburgo.

El punto principal de discordia es el nivel de excedente fiscal primario, calculado sin tener en cuenta los intereses de la deuda. Dicho nivel condiciona el monto de los ahorros o los ingresos suplementarios con que deberá contar Grecia.

Los acreedores piden un excedente fiscal primario del 1% del PIB este año. Atenas dio a entender estos últimos días que podría aceptar un excedente del 0,9%, pero se niega tajantemente a recortar los sueldos o las pensiones, o a aumentar el IVA sobre la electricidad.

El vice primer ministro Dragasakis dijo a la prensa este domingo que “los acreedores siguen insistiendo en que la cobertura del agujero fiscal provenga exclusivamente de los recortes en las jubilaciones, equivalentes al 1% del PIB por año, y de un aumento del IVA, también equivalente a un 1% del PIB”.

“La delegación griega esperaba de los acreedores una respuesta sobre sus propuestas, pero estos no respondieron”, añadió el dirigente.

Pese a las divergencias, el ejecutivo de Tsipras afirmó en un comunicado que “está dispuesto a concluir las negociaciones para obtener un acuerdo mutuamente útil”.

Ante la urgencia de la situación, la zona euro abordó por primera vez esta semana la posibilidad de que Grecia incurra en un impago, lo que podría ser el preludio a su salida de la Eurozona, algo temido por muchos dadas las consecuencias imprevisibles que generaría esta situación inédita.