Las fuerzas iraquíes intentan hacer retroceder al grupo yihadista Estado Islámico en varios frentes, a la espera de que Estados Unidos refuerce su dispositivo para acelerar la formación del ejército y el suministro de material militar.

El anuncio del envío de 450 soldados estadounidenses adicionales a Irak para acelerar la formación de tropas iraquíes que participan en la lucha contra el grupo EI, no logró aplacar las críticas de quienes consideran que Washington carece de una estrategia clara frente al avance de los yihadistas.

Los yihadistas, que también controlan parte de Siria, se apoderaron en junio de 2014 de numerosas zonas de territorio iraquí.

Desde entonces, el gobierno iraquí y sus milicias aliadas intentan recuperar el terreno perdido, con la ayuda de una coalición internacional liderada por Estados Unidos que desde agosto lleva a cabo bombardeos aéreos.

Las fuerzas de seguridad iraquíes ya habían sido entrenadas por Estados Unidos antes de que Washington retirara a sus soldados a finales de 2011, ocho años después de que tropas estadounidenses y británicas invadieran Irak para derrocar a Sadam Husein en 2003.

No obstante, fuentes gubernamentales de Irak admitieron que estas fuerzas iraquíes se habían “desmoronado” hace un año, cuando los yihadistas conquistaron la importante ciudad de Mosul (norte).

La autorización de enviar más soldados, que otorgó el miércoles el presidente estadounidense Barack Obama, tiene como meta “mejorar la capacidad y la eficacia de nuestros aliados en el terreno”, indicó la Casa Blanca, precisando que esos soldados, como los 3.100 que ya están in situ, no participarán en los combates.

El nuevo contingente centrará sus esfuerzos en retomar el control de Ramadi, capital de la provincia de Al Anbar (oeste). El EI tomó esta ciudad situada cerca de Bagdad en mayo.

Fuentes oficiales dijeron el jueves que aviones iraquíes y extranjeros habían llevado a cabo bombardeos en la provincia de Al Anbar, dentro y alrededor de Ramadi.

Los ataques iraquíes procuran cortar las líneas de abastecimiento del grupo EI en Al Anbar, una provincia fronteriza con regiones de Siria que también controlan los yihadistas.

En total, Estados Unidos y sus socios de la coalición han dado una formación militar básica a unos 9.000 militares iraquíes. Otros 3.000 efectivos están en curso de formación. No obstante, la decisión del miércoles no ha aplacado las críticas.

“Es un paso en la dirección correcta, pero como lo reconoció el presidente el otro día, no tiene ninguna estrategia para ganar. Es una decisión táctica más”, dijo el portavoz de la Cámara de Representantes, John Boehner, quien se preguntó “dónde está la estrategia de fondo”.

Para la consultora en temas de inteligencia Soufan Group, los siete años de presencia militar estadounidense tras la invasión de 2003, con un costo de miles de millones de dólares, no permitieron evitar que se llegara a una situación desastrosa.

“Inmediatamente después de que cayera Mosul, se hizo hincapié en volver a entrenar a los militares iraquíes, con la idea de ‘ayudarlos a llevar adelante su propia guerra’, pero ignorando que ya se habían volcado recursos casi ilimitados para ello y que esta política había fallado cada vez que se la había puesto a prueba de verdad”, estimó.