Últimamente los usuarios de grandes servicios informáticos están tomando cada vez más control sobre sus derechos, atreviéndose a demandar a gigantes como Google o Microsoft si no cumplen con los servicios que les eran pactados; pero en España un curioso caso se dio en una corte la cual aceptó la demanda de una mujer contra eBay, alegando que éste no le permitió seguir vendiendo parcelas del Sol, de la que alude ser dueña.

Por más extraño que esto pudiese sonar, una corte de Madrid ha ordenado que el caso de María Ángeles Durán, de 54 años, sea llevado a juicio por las autoridades locales, según señala el diario estadounidense The Washington Post.

La corte no se referirá al asunto mayor -en este caso de si ella es o no dueña del Sol en el cual asegura haberlo inscrito notarialmente en 2010-, sino que el caso de si ella realmente violó el acuerdo de venta de eBay o no.

María Durán había estado vendiendo hace 5 años parcelas de unos 4 metros cuadrados por unos $600 pesos chilenos cada una y ya había generado la considerable suma de 600 pedidos cuando eBay le cerró su cuenta, esto debido a que no estaba ofreciendo nada tangible a cambio, por lo cual se alegó fraude de parte de la compañía.

Pero Durán alega que nunca recibió el dinero de todos sus pedidos y ahora está demandando a la compañía por $11.000 dólares en daños (unos 7 millones de pesos chilenos), alegando que “no es una persona estúpida y conoce sus derechos”.

Ella basa su reclamación en que el Tratado sobre el espacio ultraterrestre firmado en 1967 menciona que ningún país ni Estado puedes ser dueño de una estrella o planeta pero no hace referencia alguna a los individuos particulares.

En caso de que esto se quedara un poco corto, también reclama que al ser ella dueña del Sol las empresas de generación eléctrica solar le deben pagar una especie de impuesto, de igual forma a los que compran sus parcelas, pero menciona que todas sus ganancias serían donadas a la caridad.

El caso recuerda al de don Jenaro Gajardo Vera, abogado chileno que en 1954 al no poder ser miembro de un Club Social por falta de una propiedad, decidió adquirir ni más ni menos que la propia Luna.