Las negociaciones entre Grecia y sus acreedores centrarán a partir de este domingo gran parte de las discusiones de la cumbre del G7 en Alemania, donde las principales potencias económicas también abordarán otro asunto de actualidad, el conflicto en Ucrania.

Antes de recibir entre fuertes medidas de seguridad al resto de prestigiosos mandatarios en el castillo de Elmau, en los Alpes bávaros, la anfitriona, la canciller alemana Angela Merkel, debía reunirse con el presidente estadounidense, Barack Obama.

Por la mañana, una docena de manifestantes bloquearon la carretera de acceso al castillo, portando una pancarta que decía: “Sólo vemos aquí intimidación, aislamiento y arbitrariedad”. “No sois más que siete, nosotros somos los otros 99%”, dijo indignada una manifestante.

Más de 22.000 policías han sido movilizados con motivo del G7.

Antes del inicio oficial de la cumbre, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y su homólogo del Consejo Europeo, Donald Tusk, se someterán a las preguntas de los periodistas.

Juncker es uno de los actores clave en las negociaciones con Grecia, que continúan sin acuerdo a pesar de las discusiones de esta semana.

A falta de avances, el presidente de la Comisión rechazó el sábado hablar por teléfono con el primer ministro griego, Alexis Tsipras, quien sí conversó con Merkel y con el presidente francés, François Hollande, para hacer “avanzar las negociaciones”, según una fuente diplomática.

La reunión del G7 contará con la presencia de los dirigentes de Alemania, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia y Japón.

Estados Unidos, preocupado

Grecia negocia desde febrero con la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) la entrega del último tramo de ayuda de 7.200 millones de euros, de los 240.000 millones de euros acordados al país desde 2010.

Atenas necesita este monto para cumplir con el reembolso de los préstamos anteriores, en un contexto de dificultades económicas. Detrás de la amenaza de una suspensión de pagos, se perfila la salida del país de la zona euro.

Muchas de las medidas de reforma que las instituciones reclaman a Tsipras van en contra de sus promesas electorales antiausteridad y un sector importante de su partido de izquierda radical Syriza se opone a cualquier concesión importante.

Grecia y las instituciones se enviaron estos últimos días sus propuestas de reforma, pero ninguna de ellas logró el cierre de un acuerdo. Tsipras consideró “absurdas” las de la extroika, que por su parte mostró su “decepción” con las de Atenas, según una fuente europea.

Estados Unidos está preocupado por el riesgo que representa Grecia para una economía mundial frágil e insta a los europeos a tomar en consideración el riesgo de una salida del país heleno de la zona euro.

Otra de las figuras clave de las negociaciones con Grecia, la directora general del FMI Christine Lagarde, llegará al castillo de Elmau el lunes. El FMI acepta aplazar hasta fin de mes un reembolso previsto el viernes, aunque aboga por mantener una línea dura con Atenas, al igual que el BCE.

Ucrania, otra aguafiestas

La presidencia alemana del G7 tenía otros puntos en el orden del día, como un eventual compromiso en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de cara a la cumbre internacional sobre el clima prevista en diciembre en París.

Sin embargo, como de costumbre, la actualidad se impone. Además de Grecia, también se hablará de la situación en Ucrania, donde los combates se recrudecieron en los últimos días tras una relativa calma. Los países miembros deberán instar al respeto de los acuerdos de paz de Minsk firmados en febrero entre las partes en conflicto.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, próximo anfitrión del G7, se comprometió el sábado en Kiev a hacer “todo lo posible para encontrar una solución pacífica” al conflicto durante su presidencia.

La reunión de las principales potencias económicas se celebra por segundo año consecutivo sin el presidente ruso, Vladimir Putin, quien fue excluido del grupo tras la incorporación de la entonces península ucraniana de Crimea a Rusia en marzo de 2014.