Crítica de Teatro: “Perplejo”

Una de las cualidades del excelente teatro alemán actual, que ha llegado a Chile, especialmente a través de la Muestra de Dramaturgia Europea Contemporánea, es su capacidad para relacionar lo cotidiano con problemas agudos y profundos del ser humano en el mundo de hoy.

Son obras con los pies muy firmes en la tierra y trascendentes en sus propuestas, otorgándoles al diálogo intencionado, muchas veces vertiginoso, la función preferencial para transportar el relato.

Es el caso del dramaturgo Marius von Mayenburg (1972), autor también de “Cara de fuego” y “El feo”, obras que también han subido a nuestra cartelera.

En “Perplejo” alude a algunas consecuencias de vivir en un mundo hiperdesarrollado e hipertecnologizado, cuyos efectos también alcanzan a las sociedades periféricas, vía globalización.

Los temas de la identidad (que se diluye) y la necesidad de pertenencia (que se complica), es decir, aquello que ayuda a situarse lejos de la incertidumbre y el dolor, son abordados aquí en tono de comedia, a través de dos parejas que viven situaciones que las dejan (hiper) perplejas.

Escena extendida

No hay propiamente una historia, sino situaciones extrañas, absurdas… y, sin embargo, muy cotidianas.

Un matrimonio vuelve de sus vacaciones y se sorprende con las pequeñas anomalías que encuentran en su departamento.

Luego, cuando esposa y marido intentan reiniciar sus vidas son visitados por la pareja amiga que cuidó el lugar… aunque actúa como si fueran los dueños.

Este primer hecho marca el inicio de una serie de cambios de rol que generan sucesivos conflictos en las relaciones interpersonales, en una obra que juega con lo absurdo y lo cómico.

Porque las situaciones que vendrán van mostrando una suerte de multirrealidad en la que todos los personajes se instalan en terreno ajeno. Desde allí asumen relaciones con nuevas aristas, tan ilusas y efímeras como las anteriores.

Así, la obra transcurre como si fuera una situación única, extendida, colectiva e intercambiable. Incluye escenas como parte de una fiesta con disfraces multicolores y multiformes, que acentúan la idea de identidades infinitas, que se diluyen o multiplican.

Sugiere un mundo global donde todos (o nadie) creen saber quiénes son y a dónde pertenecen, al momento de asumir una nueva identidad.

De estos cambios sin lógica aparente, salvo reconocerse en la multirrealidad simultánea, surgen personas perplejas que siguen viviendo.

Subrayan estas percepciones el cuidado y delicado espacio escenográfico y el vestuario diseñado por Rocío Hernández, y la iluminación de Cristián Matta.

Crean un ambiente colorido, más onírico que naturalista, predispuesto para acoger un accionar que se desborda, en una comedia que tampoco sigue los cánones tradicionales.

Un montaje que tiene en Sebastián Layseca y Macarena Silva dos soportes sólidos.

A diferencia de Begoña Basauri y Carlos Ugarte, se adaptan y responden al juego escénico, cargado de las variantes, sentido, intencionalidad verbal y corporal que propone el director.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

Sala Finis Terrae. Pocuro 1935. Fono 2420 7444. Jueves, viernes y sábado, 21:00; domingo, 19:30. $7.000 general, $4.000 estudiantes y tercera edad, $2.000 convenios. Hasta el 12 de Julio.