Este lunes primero de junio los profesores iniciaron una nueva paralización indefinida a lo largo del país. La movilización, que contempla carros alegóricos, marchas, murgas, batucadas, clases magistrales y cabildos pedagógicos, busca establecer que el proyecto de Carrera Docente se ajuste a los requerimientos de los educadores.

El rechazo oficial a este proyecto partió luego de que, el 20 de abril pasado, la presidenta Bachelet firmara el texto incluido en la nueva Política Nacional Docente y lo enviara al Congreso, donde actualmente se encuentra en trámite legislativo.

Tras analizar el documento enviado por el Gobierno, los profesores colegiados determinaron que el contenido no respondía a las necesidades reales y no representaba un avance para los profesionales, por lo que emplazaron al Ministerio de Educación a retomar el diálogo y realizar las indicaciones que el Magisterio exige, o en el peor de los casos, detener el proyecto actual.

Es así como se dio inicio a esta nueva movilización que, si bien continúa con la línea del extenso paro llevado a cabo en 2014, esta vez se enfoca en los cambios que, a juicio del Colegio de Profesores, requiere el proyecto de Carrera Docente impulsado por el magisterio y elaborado por el Gobierno.

Desde el Magisterio se explicó que a pesar de haber pasado más de tres meses en conversaciones con el Mineduc, en los artículos del proyecto finalmente no se plasmaron las propuestas hechas por el Colegio de Profesores.

Asimismo, se recalcó que no se tomó en cuenta que más del 96,37% de los 50 mil profesores que participaron en una consulta sobre el tema, rechazaron el proyecto como estaba conformado.

“Esta Carrera Docente no va en el sentido de fortalecer la educación pública, y sigue basándose en la desconfianza hacia los maestros. Este proyecto ha recibido fuertes críticas no sólo nuestras, sino también desde distintos sectores académicos, de centros de estudio, de El Plan Maestro (…) Esperamos que se escuchen estas señales y se retome el diálogo para construir una verdadera Carrera Docente”, indicó Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores.

Hasta ahora son varios los puntos de este proyecto -contenido en un documento de 81 páginas- que no han dejado satisfechos a los profesores, pero los principales pilares de conflicto son tres:

La certificación de los docentes

El proyecto actual busca establecer un sistema que certifique las capacidades de cada docente a lo largo de los años, fijando tramos para la progresión en tareas, responsabilidades y aumentos de remuneraciones, basados en evidencias del desempeño y el conocimiento profesional de cada profesor.

Según el Gobierno este sistema regulará las condiciones para el ingreso, el ejercicio, desarrollo y progresión, así como la formación en servicio de los docentes.

Ante esto el gremio ya ha manifestado su negativa, señalando que no es posible que para avanzar entre tramo y tramo se les impongan pruebas disciplinarias que minan la confianza en el docente.

Además, los profesores aseguran que este punto pretende, a través de la certificación personal de los profesores, garantizar supuestos niveles de desempeño que no guardan relación directa con el proceso enseñanza-aprendizaje de los alumnos.

Es más, aseguran que será un catalizador del agobio laboral y del estrés en las comunidades educativas, pues los someterá a la presión de depender de ciertas evaluaciones que podrían derivar en causales de despido.

Remuneraciones y Contratos

El Colegio de Profesores ha insistido en que desde un principio se habló de la necesidad de un mejoramiento general de salarios a los docentes. Sin embargo esto no fue atendido en el proyecto, en el cual no se estableció la simplificación de la planilla ni algún mejoramiento salarial a todos los profesores.

Lo que los docentes colegiados exigen es una optimización en el piso para establecer una base que apunte a una nueva remuneración que eleve sus cuotas mínimas.

Horas lectivas y no lectivas

Los docentes también solicitan que se estudie y mejore la relación entre horas lectivas, es decir, en las que el profesor realiza la cátedra en clases, y las no lectivas, que es el tiempo restante para que los educadores realicen las tareas previas y posteriores a la clase, como la preparación de contenido y planificación, entre muchas otras.

El problema es que a juicio del Magisterio, en el proyecto no hay claridad en torno a la distribución de estas horas ni al destino que se les de, por lo que buscan se mejore este punto y aclaré la relación, que actualmente debería ser de un 25% de horas no lectivas según el estatuto docente, pero que en la practica se extiende mucho más y sobrecarga a los profesionales con labores que terminan realizando en casa.

El Colegio de Profesores

Otro factor, que engloba a los tres pilares de conflicto, es que desde el Magisterio observan con recelo el trasfondo de este proyecto, ya que a su juicio “intensifica el ejercicio de una profesión basada en la competencia entre pares y en el individualismo, provocando serias diferencias entre los docentes al interior de los establecimientos; en circunstancias que educar se entiende como un proceso de trabajo en equipo y de colaboración”.

Además creen que este camino sustenta el modelo educativo de mercado, sin atender a un punto importante como es la particularidad de cada establecimiento según su contexto y la cantidad de alumnos en el aula, que piden se disminuya para poder entregar una educación más personalizada.