Debido a la reciente muerte de John Nash, ganador del Nobel de Economía e inspirador de la película “Una Mente Brillante”, se ha retomado la discusión sobre aquellas personas perturbadas por trastornos mentales insólitos. El matemático estadounidense, muerto en un accidente de tránsito el 23 de mayo pasado, padecía de una esquizofrenia paranoide que le provocaba perturbadoras alucinaciones: “Las ideas que tenía sobre seres sobrenaturales me venían de la misma manera que mis ideas matemáticas. Así que las tomaba en serio”, llegó a asegurar en su biografía.

Las perturbaciones afectan a intelectos tan desarrollados como el de Nash, pero no discriminan. A continuación 4 ejemplos, revelados por Huffington Post, de trastornos mentales que son difíciles de creer y de dimensionar.

Vivir en un déjà vu

Todos hemos tenido aquella sensación de estar repitiendo un momento determinado, de ya haber vivido una situación particular. Dicha percepción es efímera y en muchos casos resulta agradable, se trata de una noción tan insignificante que rápidamente es olvidada y no provoca daño alguno a nuestra apreciación de la realidad.

La excepción la constituye un joven británico de 23 años que lleva ocho años viviendo un déjà vu constante, una eterna impresión de ya haberlo vivido todo; un “Día de la Marmota” -película en que el protagonista se levanta cada mañana a vivir el mismo día una y otra vez-.

La investigación de su caso la lleva un equipo de la Universidad de Sheffield Hallam (Reino Unido), que asegura que el joven comenzó a sufrir este trastorno en 2007, tras ingresar a la universidad. También afirman que el consumo de LSD empeoró su caso, al nivel de que el paciente dejó de consumir medios de comunicación por pensar que la informatización era extraída día a día de su propia experiencia y mente.

El joven británico es consciente de la falsedad de sus recuerdos, pero aquello no le impedía sentir toda su experiencia como “muy aterradora”. El equipo médico no ha encontrado anomalías neurológicas y una solución a este trastorno pues, lamentablemente, el déjà vu aún es una gran incógnita científica.

Quinn Dombrowski (CC) Flickr

Quinn Dombrowski (CC) Flickr

La “doble cabeza”

En 1984 la Revista Británica de Psiquiatría publicó el caso de un hombre de 39 años que ingresó a un hospital de Melbourne, Australia, sobreviviente de un disparo en la cabeza. Se trata de una bala calibre 22 que había atravesado su cabeza entrando por su paladar.

Una vez recuperada la conciencia, fue entrevistado por les médicos. El hombre aseguraba que el tiro lo había hecho el mismo con el objetivo de eliminar su segunda cabeza. “La otra cabeza se empeñaba en tratar de dominar mi cabeza normal, y yo no la dejaba”, declaró al doctor David Ames.

El paciente confesó que su primera idea fue usar un hacha, pero se decidió por la pistola, con la que disparó seis veces, dos en su cabeza. El doctor Ames llamó a su trastorno bicefalia perceptual delusoria.

El hombre llevaba seis años de tratamiento psiquiátrico que se había visto intensificado en los últimos dos, debido a un accidente automovilístico que causó la muerte de su esposa. Conforme su versión, la segunda cabeza que le “apareció” desde entonces, era la del ginecólogo de su mujer con quien sospechaba que le engañaba. La esquizofrenia del paciente pudo ser tratada, pero luego de mejorar falleció de todos modos – dos años después de sus disparos- por una infección cerebral.

Caras de dragones

“Podía percibir y reconocer caras reales, pero después de varios minutos se volvían negras, se alargaban, les salían orejas puntiagudas y un hocico prominente, y mostraban una piel reptiloide y enormes ojos de amarillo brillante, verde, azul o rojo”, es la descripción que el equipo médico tratante dio respecto del trastorno que sufría una mujer holandesa de 52 años que evitaba mirar al rostro a las personas por mucho tiempo.

La paciente aseguró que con el tiempo también comenzó a ver rostros de dragones apareciendo de las paredes y de otros objetos. Por eso buscó ayuda psiquiátrica en 2011, cuando sus alucinaciones ya eran repetidas durante el día y no desaparecían ni de noche con las luces apagadas. El equipo médico, que publicó el caso el año pasado en la revista The Lancet, asegura que se trataba de un caso de prosopometamorfopsia, un trastorno de la percepción que impide reconocer rostros de otras personas por estar afectada una región del cerebro llamada giro fusiforme.

El equipo de expertos logró resultados exitosos tratando a la mujer con una droga usada para que pacientes de alzhéimer reconozcan a sus parientes y cercanos.

Luis Alejandro Bernal (CC) Flickr

Luis Alejandro Bernal (CC) Flickr

“Soy un perro muerto”

Quienes sufren el Síndrome de Cotard piensan que no existen, que están muertos, o que parte de ellos está muerta. Por esta razón es común que los enfermos pidan ser enterrados o lleguen al suicidio, pensando incluso que no pueden morir “otra vez”.

Uno de los casos más extraños dentro de este padecimiento fue publicado en 2005 en la revista Acta Psychiatrica Scandinavica. Se trata de un hombre iraní de 32 años que sumaba al síndrome de Cotard la creencia de que él era, además, un perro. Por si fuera poco, este iraní extendía su percepción al resto de su familia pensando que todos estaban muertos y que sus tres hijas eran ovejas a las cuales temía atacar en su calidad canina.

Licantropía clínica se llama la segunda afección que sufre este paciente, y que en su caso, según dictaminan los médicos, se habría detonado por la culpa que le causó el haber tenido relaciones sexuales con una oveja. sus síntomas lograron ser mitigados con medicación y terapia electroconvulsiva.