Artillería pesada contra la izquierda que “traiciona” a la República y “desprecia la herencia” de la Nación: el ex presidente francés Nicolas Sarkozy disparó toda su munición contra el gobierno durante el lanzamiento, este sábado, de una versión renovada de su partido, rebautizado como Los Republicanos.

Nuevo nombre, nuevos estatutos y nuevo equipo: el congreso quiere marcar el renacimiento de la derecha, tres años después de la derrota de Nicolas Sarkozy ante el socialista François Hollande, que lo reemplazó al frente del Estado.

El objetivo del partido es dar la imagen de una familia unida, tras las batallas intestinas y las querellas judiciales que han empañado la imagen de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) desde que Sarkozy fue derrotado en las elecciones de 2012.

Tras una semirretirada de la política, el ex mandatario ha vuelto a tomar las riendas del partido y ha iniciado un trabajo de renovación con la idea de reconquistar el poder en las elecciones de 2017.

Y en esta línea, el sábado Sarkozy se situó en la perspectiva de una revancha frente al presidente socialista, acusándolo de mostrar una “mediocridad aterradora”.

Frente a un público ganado, Sarkozy se lanzó a un ataque en toda regla contra la izquierda “conservadora, friolera y completamente superada por la vida”. Acusó a los socialistas de “complacencia” con las reivindicaciones de las comunidades minoritarias, de “debilidad en la defensa del laicismo” o de “querer destruir la escuela”.

“Esas palabras (solo) buscan hacer daño”, reaccionó el primer ministro socialista Manuel Valls, considerando que “no hacían avanzar el debate”.

En comparación, Sarkozy no hizo apenas referencias a la extrema derecha, pese a que fue la fuerza más votada en las elecciones europeas de 2014 gracias al creciente desapego de los franceses con los dos grandes partidos de gobierno.

‘Necesidad de sosiego’

El ex presidente se detuvo en los valores conservadores. Evocando su deber “hacia una cierta concepción de la civilización”, frente a la “barbarie”, exaltó los valores del “mérito”, la “familia”, y el “honor”, así como “la buena educación”.

Sin mencionar directamente al islam, consideró que las religiones “deben adaptarse a la República” y no a la inversa. En cuanto a los extranjeros, “no hemos logrado integrarlos”, consideró.

Tras volver a liderar el UMP desde el pasado noviembre, Sarkozy intenta borrar su imagen agresiva para presentarse como un hombre de consenso.

A nivel interno, la armonía de la que la formación hace gala podría no ser más que una fachada, habida cuenta de las diferencias existentes entre Sarkozy y los otros tenores del partido.

Las cosas no pintan fáciles para Sarkozy: casi tres cuartas partes de los franceses no desean que el líder de Los Republicanos se presente a las próximas elecciones presidenciales, según un sondeo publicado el sábado.

El nuevo nombre otorgado a la antigua UMP, propuesto por Sarkozy y ratificado por los militantes a través de una votación electrónica, además, ha despertado recelos entre la izquierda.

Preocupados al ver que la derecha podría reivindicar un valor común, partidos y asociaciones de izquierdas presentaron una demanda para bloquear el cambio de nombre, desechada por la justicia.

Estaba previsto que este sábado se anunciara la cúpula dirigente del partido, que incluiría a los ex primeros ministros Alain Juppé y François Fillon, rivales de Sarkozy que previsiblemente participarán en unas primarias en 2016 de las que saldrá el candidato para las presidenciales.

Según una reciente encuesta de opinión, Juppé ganaría las primarias de Los Republicanos frente al antiguo jefe del Estado.