Debido a los escándalos políticos que se han conocido durante parte del 2014 y este 2015, los parlamentarios y autoridades han sido duramente cuestionados por la ciudadanía y los diferentes actores de la sociedad.

Este 21 de mayo la presidenta Michelle Bachelet dio su segunda cuenta pública, iniciando con palabras que reflejaban algo de esta situación “para Chile ha sido un año complejo e intenso. Sé que esto ha provocado razonables incertidumbres”, aseguraba la mandataria durante sus primeros minutos de discurso.

Las palabras que se podían interpretar como una crítica hacia lo que ha sido su gestión en el Gobierno, continuaron haciendo referencia a la oportunidad que tiene Chile para ser un mejor país, pero que “no será la obra sólo de un Gobierno o de un sector político”, asegurando que es deber de todos poder crear una sociedad más justa y que su mandato es claro “conducir las transformaciones que nos permitieran ser una sociedad menos desigual, más cohesionada, en paz y con desarrollo, al servicio de cada hombre y mujer de la patria”.

Los casos Penta, SQM y Caval, en el que se ha visto involucrado, Sebastián Dávalos, hijo de la presidenta, provocaron que el manejo del Gobierno con respecto a estos temas fuera cuestionado por la ciudadanía, dudando de los ministros que acompañaron a la mandataria desde que asumió su segundo periodo como presidenta y que obligó a realizar un cambio de gabinete hace aproximadamente dos semanas.

En su discurso, Bachelet dejó entrever posibles responsabilidades del Ejecutivo “por cierto que hemos tenido fallas y no voy a esconderlas bajo la alfombra. Chile hoy exige de sus líderes hablar con la verdad. Es lo que he hecho y lo que voy a hacer”, explicando que “debemos asumir las dificultades del año que hemos vivido”.

Pero esto no fue todo, ya que la presidenta también se refirió a las catástrofes que han azotado al país durante los últimos meses, refiriéndose a “terremotos, incendios, aluviones y erupciones”.

Tema que quedó en segundo plano cuando mencionó “el proceso de desaceleración de la economía que venía incubándose desde fines de 2012, ha sido más profundo y prolongado de lo esperado, y puede amenazar nuestras oportunidades”, haciendo referencia al periodo en el que el ex presidente Sebastián Pieñera, aún estaba al mando del país.

De esta manera aseguró que “la sociedad dijo basta a los abusos, los privilegios y la corrupción en la política y los negocios, y afectó la confianza en sus líderes y representantes”, aseverando que este problema “cuestiona las bases de nuestra convivencia”.

La presidenta prosiguió con palabras más optimistas, indicando que Chile “se ha puesto de pie ante las catástrofes, ha redoblado su esfuerzo ante la desaceleración y ha hecho oír su voz crítica y alerta ante prácticas ilegítimas e ilegales”, señalando que el Gobierno está trabajando para crear bases sólidas y cambios profundos, desafío en el que están embarcados y que permitirá “la legitimidad de la política, la solidez del crecimiento y la protección ante los riesgos naturales”.

Tema que fue concluido con palabras de promesa y que aseguró “será nuestra herencia para las nuevas generaciones”.