Que se cumplan los compromisos pactados por las autoridades y que se les asigne una pensión vitalicia. Es lo que exigió una treintena de sobrevivientes de la tragedia de Antuco, tras efectuar una actividad simbólica en el lugar de la fatídica marcha, donde 45 soldados perdieron la vida hace una década.

La plaza de Los Ángeles fue el punto de encuentro para los ex conscriptos que en la actualidad bordean los 28 años de edad. Muchos de ellos no se veían hace meses, mientras que otros mantienen contacto periódico. Se reconocen por el apellido, tal como en su periodo de instrucción, o bien por el apodo que ganaron durante su servicio militar.

En caravana emprendieron viaje hasta la comuna de Antuco. Fue en el refugio La Cortina donde decidieron dejar sus vehículos para avanzar a pie hasta lo que queda del refugio de la Universidad de Concepción.

Aunque pensaban realizar la actividad solos, algunos de ellos regresaron a la cordillera acompañados de sus parejas, hijos y padres, por temor a que las secuelas físicas y sicológicas les jugaran una mala pasada.

A paso lento, se enfrentaron nuevamente a los faldeos del volcán Antuco, esos que se llevaron a 45 de sus compañeros. A medida que avanzaban, una ofrenda floral o un simple recuerdo iban dejando en los cenotafios de los caídos. A medida que avanzaban, iban reconstruyendo la historia que los marcó de por vida.

Óscar Jelvez, uno de los sobrevivientes, sostuvo que la marcha simbólica los llenó de sentimientos encontrados. Tristeza por los que murieron, agradecimiento por estar juntos y con vida, pero ante todo, rabia porque dicen fueron abandonados por el Estado.

Por ello, Jelvez llamó a la presidenta Michelle Bachelet -quien hace diez años era ministra de Defensa- a cumplir con los compromisos adquiridos tras la tragedia que se registró el 18 de mayo del 2005.

Gerardo Muñoz fue el último de los conscriptos en guarecerse de la tormenta de viento blanco. Como vocero de la treintena de sobrevivientes, exigió al Gobierno una pensión vitalicia para todos sus compañeros, tal como se hizo con los mineros, pese a que ellos protagonizaron un accidente sin muertos y en una faena privada.

La actividad simbólica finalizó en el memorial a los mártires, lugar donde los sobrevivientes recordaron a cada uno de sus 45 camaradas caídos, hace ya diez años.

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