Un semidiós con los puños cerrados: eso es para muchos Manny Pacquiao en Filipinas, el país del púgil, que seguirá con la máxima expectación el “Combate del Siglo” este sábado contra el estadounidense Floyd Mayweather en Las Vegas.

Las calles del archipiélago de algo más de 100 millones de habitantes, desde la capital Manila a las regiones rebeldes del sur, se vaciarán durante la pelea, que tendrá lugar en la mañana del domingo en Asia.

La población local es fervientemente católica, pero ese domingo las iglesias serán cambiadas seguramente por los bares, los cines o las pantallas gigantes que se instalarán en el país para que los compatriotas de ‘Pacman’ puedan animarle desde la distancia.

Los días previos al combate la imagen de Pacquiao es omnipresente en Filipinas, en paneles gigantes junto a las carreteras, camisetas, muñecos o sellos. Casi todo vale para añadir la cara del ídolo del deporte nacional.

“El mundo se parará el domingo. Estamos muy nerviosos”, afirma Glenn Yago, un conductor de Manila.

En la isla de Palawan (sudoeste), la cooperativa eléctrica ha pedido a la población que aplacen el uso de sus lavadoras o planchas el domingo para ahorrar electricidad y que no se produzcan cortes en la señal de televisión.

“La verdad es que el 3 de mayo (el combate es el 2 en Estados Unidos), Palawan podría quedarse corta en megavatios. Algunas líneas eléctricas podrían caerse”, teme el director de la compañía.

Puerto Princesa, la capital de Palawan, sufre diariamente cortes de dos a tres horas de cortes de electricidad por las insuficientes infraestructuras en la isla.

Pero esos temores y problemas no restan intensidad a la ‘Pacquiaomanía’, que también se ha apoderado de los habitantes de Palawan y en Puerto Princesa se instalará una pantalla gigante, patrocinada por dos candidatos a las elecciones locales, que tienen lugar la próxima semana.

En Santa Catalina (sur), donde independentistas musulmanes sembraron el terror hace dos años, hay pueblos que han hecho reservas de generadores alternativos para poder seguir la pelea, ya que en la zona los cortes habituales son de seis horas diarias.

Una fuente de inspiración

Para muchos de sus compatriotas, Manny Pacquiao encarna la esperanza de poder escapar algún día de la extrema pobreza en la que vive un filipino de cada cuatro.

“El país entero es caótico, pero durante unas horas olvidaremos todos nuestros problemas”, asegura Arvel Oquendo, un vendedor ambulante.

A sus 36 años, Pacquiao, reconvertido a cristiano evangelista, es un héroe nacional cuyo prestigio no deja de incrementarse en Filipinas, hasta el punto de que la delincuencia baja cuando él pelea.

La religión juega un papel crucial en la popularidad del deportista. Pacquiao afirma haber sido elegido por Dios para difundir el mensaje de Jesucristo, una revelación que llega a los corazones de los filipinos, que demostraron su fuerte catolicismo cuando millones de personas recibieron en las calles de Manila al papa Francisco, en su visita de enero al archipiélago asiático.

“Es un hombre muy piadoso”, destaca sobre Pacquiao Mona Soriano, una boxeadora aficionada, mientras entrena en un club deportivo de la capital filipina.

Brando Tachado, un guardia de seguridad de 31 años, ve en ‘Manny’ la proyección de la lucha de los filipinos contra la adversidad, la miseria y los desastres naturales.

“Su victoria va a cubrir de gloria nuestro país”, se entusiasma.

Gane o pierde ante Mayweather, para Arvel Oquendo no será el fin del mundo: “Los filipinos saben aceptar las derrotas, nos levantamos siempre”.

Inmensamente popular, riquísimo e incluso diputado del país, Pacquiao aspira a convertirse en el futuro en presidente del país.

“Quiero ser una fuente de inspiración”, afirmó el boxeador el miércoles en una conferencia de prensa en Las Vegas, una ciudad de la que estarán muy atentos cien millones de filipinos.