La constante reinvención de la moda, las tendencias y los estilos personalizados que imperan hoy en día, han provocado que diseñadores y firmas presenten piezas diferentes, llamativas y un tanto extravagantes, donde el rupturismo y la transgresión se transforman en el referente de quienes desean diferenciación en un mundo plagado de uniformidad, donde pocos se atreven a correr riesgos si de vestuario se trata.

De hecho, el pensamiento conservador se vio alterado ya en los años 80, época en que un nutrido bloque de japoneses comenzó el movimiento deconstruccionista de la moda, término acuñado por el filósofo francoargelino Jacques Derrida, que consiste en mostrar cómo se ha construido un concepto a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas, donde lo verdadero se torna relativo y sometido a ciertas paradojas de carácter simbólico .

“Es así como Yohji Yamamoto, ReiKawakubo para Comme des Garcons, JunjaWatanabe e IsseyMiyake deciden dar la espalda a aquel convencionalismo que impera en una sociedad tradicional y comienzan a establecer códigos propios, donde el cuerpo y funcionalidad quedan totalmente cuestionados y dejados a un segundo plano en sus creaciones, atacando así de manera frontal la visión occidental que imperaba de la moda” afirmó Pamela Uribe Kuncar, Fashion Expert de la Escuela de Parsons Nueva York y Directora del Blog de Moda La Fábrica de Tendencias.

Es así como comienza el auge por incorporar a las prendas elementos que sobrepasan la figura humana, con propuestas de envoltorio macro e impactante que desbordan de forma descomunal el cuerpo, donde las costuras queden de manifiesto, resultando atractiva la utilización de prendas a medio terminar. Razón por la que en algún minuto se le denominó “Antimoda” o “ModeDestroy”, debido a la disonancia presente en los looks.

Tras los japoneses de los 80, en los 90 los belgas Maison Martin Margiela y Dries Van Noten continúan trabajando este concepto y aplicándolo al proceso de deconstrucción, cuyo eje central era la experimentación, innovación y creatividad asociada a la moda de la época, cuestionando de manera rotunda los patrones establecidos y la funcionalidad que debía tener la prenda diseñada.

“Asimismo, el deconstruccionismo es mucho más que una estética de collage o reciclaje post punk o grunge, es catalogada como una aproximación intelectual que abre códigos, los exhibe y juega con ellos de forma cuasi pornográfica, que en sus técnicas supone una confrontación con la sastrería artesanal y tradicional”, sostiene la experta en moda Marnie Fogg en su libro Moda, toda la historia.

En esta tendencia, el cuerpo es el epicentro y núcleo de reflexión-acción y la moda el lenguaje o herramienta con un poder inmenso de permear como discurso en una gran mayoría.

“Este estilo juega mucho con las proporciones, el género, la identidad, el disfraz y la construcción del individuo sobre lo impuesto por la sociedad. Pero también existe un claro enfoque en rescatar elementos del pasado (vintage) y al traerlos al presente, se transformen en piezas únicas e inigualables”, destacó la fashion blogger.

La deconstrucción tomó cuerpo en diseños sin forma concreta, incluso deformes que confrontaban las siluetas establecidas por los códigos estéticos pasarélicos de manera radical.

En muchas ocasiones el maniquí quedaba totalmente difuso, oculto e inidentificable en cuanto a sexo y género se trataba. Donde el resultado del arduo trabajo de diseñadores eran creaciones sin formas, objetos y sujetos de un interés estético extenuante cargados de una forma reflexiva y crítica de percibir el mundo y su entorno.

En la colección de Kawakubo de 1997 “Dressbecomesbodybecomesdress” la definición hegemónica de la moda se rompe, y se resurge de manera explícita un nuevo concepto: La moda es la inversión entre la relación cuerpo-traje. Como no hay límites entre la piel y el tejido, se experimenta una difuminación conformada por estructuras muñónicas que emergen de la propia figura humana.

“Dicha tendencia surrealista con toques rupturistas, apunta directamente a aquellas personas que aman este concepto lleno de excentricidades, rica en piezas llamativas que de alguna forma son vistas como verdaderas obras de arte. Asimismo, quienes adoptan este look no lo cuestionan, y entienden a la perfección la esencia de dicha creación, cuyos detalles son el esfuerzo de la creatividad y minuciosidad de un verdadero artista” indicó Pamela Uribe.

Actualmente se puede apreciar el deconstruccionismo en todos los diseños que elevan la figura, las maxi prendas, los abrigos anchos oversize con texturas similar a los buzos marinos, los zapatos descomunales con terraplén. Es decir, toda pieza arquitectónica que haga que el cuero salga de la línea con una geometría exquisita y exuberante.

Algo que queda de manifiesto en las colecciones de las casas de moda Alexander McQueen y Marc Jacobs, que en sus diseños reencarnan este estilo en la actualidad.

Asimismo, un ícono de esta corriente es la famosa cantante Lady Gaga, artista que se caracteriza por sus atuendos anormales y transgresores en cada una de sus presentaciones, transformándose en la reina indiscutida de las excentricidades y del deconstruccionismo de McQueen.

“Grandes prendas englobadas en faldas o vestidos, magnas hombreras, abrigos de hombros caídos y extremadamente anchos, textiles más tiesos y sobresalientes que entreguen volumen, son todos ejemplos que el deconstruccionismo ha regresado. Retorno que llega de la mano de piezas cargadas de líneas limpias, geométricas, totalmente perfectas y monocromáticas cuyas telas de carácter reciclado, marcarán la diferencia y se apoderarán de las calles de la ciudad”, resaltó la especialista.

Razones de sobra para atreverse a revivir esta inspiración, cuyo único lema es la diferenciación por sobre la uniformidad que impera en las tiendas actuales y en el vago recurso creativo propuesto por el retail.

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