Luego de dos años de maltratos, una joven en México logró escapar de su cautiverio. Con graves daños a su organismo, aspecto físico e interior, el cuerpo de la mujer de 22 años tiene el funcionamiento de alguien de 81.

Zurundi llegó a la capital mexicana por un trabajo en una tintorería ofrecido por sus futuros torturadores, le pagaban 12 mil pesos (chilenos) a la semana y recibía un muy buen trato de sus patrones. “Yo vivía con la familia. Me daban de comer y dormía con ella (la dueña) y sus hijas en la casa, arriba de la planchaduría. Hasta le decía mamá”, relató la joven a BBC.

Pero un día, la familia la acusó de robo y de dañar sus prendas, y decidieron encadenarla del cuello, prohibirle la comida, maltratarla y dejarle de pagar. Según contó un comunicado de la procuraduría de justicia de México, a la joven “le quemaban la espalda con una plancha y cuando las heridas iban cicatrizando le arrancaban las costras”.

“Me golpeaba muy feo”, le contó Zunduri. “Me llegaba a golpear con palos, fierros, con lo primero que pudiera estar en sus manos”. “Había días que no dormía, nada, me obligaba a mantenerme despierta para seguir trabajando”, declaró.

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Lo peor de este caso, es que las heridas y el daño psicológico mantienen en riesgo vital a la joven que cumpliría 23 años el siguiente mes. “Tiene un aspecto físico de 14 años, pero sus órganos internos representan a una persona de 81 años, debido al daño que se le causó durante su cautiverio”, añadió el comunicado en el que también se explica que debido al hambre sufrida por la mujer ahora presenta una anemia severa.

Supervivencia y fuga

La joven contó en el comunicado su método de supervivencia durante los dos años como esclava. “Acostumbraba masticar el plástico que cubría las prendas de vestir que le obligaban a planchar para lidiar con el hambre”, agregó la procurdaría de justicia.

Zurundi había escapado de su casa para encontrar un futuro mejor, tras unos meses dejó el trabajo en la tintorería, para luego regresar: pero ya nada era lo mismo.

Fue ahí cuando comenzaron los maltratos. “Me ofrecieron menos comida, menos dinero y 14 horas de trabajo”, confesó la joven, quien aceptó la propuesta debido a su situación. Un día Leticia Molina, quien era su patrona, le ordenó entrar a una pieza porque le tenía “una sorpresa”.

“Me puso la cadena en el cuello durante todo ese día. Todo el tiempo, día y noche amanecía y dormía con la cadena”. “Me decía que no me daría de comer hasta que tuviera el trabajo que exigía. Me dejó sin comer. Lo más que aguanté fue alrededor de cinco días”, contó sobre su experiencia en Planchaduría Express en Ciudad de México.

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Hasta que, tras un descuido, mientras se encontraba oculta detrás de enormes lotes de ropa -lugar en el que los clientes de la tintorería no la podían ver-, logró escapar de sus agresores y alertar a las autoridades sobre su situación.

Cinco personas fueron arrestadas por los abusos; entre ellas, Leticia, su hermana, dos hijas y la pareja de la dueña, todos testigos y autores de la esclavitud.

“Están acusados por trabajos forzados y podrían ser acusados de secuestro”, contó el comunicado, lo que significa que arriesgan entre 40 y 70 años de cárcel

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