El Bosque de Karadima: terriblemente humano

El Bosque de Karadima (c)
El Bosque de Karadima (c)
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Con actuaciones notables y perturbadoras, El Bosque de Kradima será tema de conversación, discusión y polémica. Y debiera estar entre las mejores y más taquilleras películas chilenas del 2015.

Luis Gnecco hace una gran interpretación de Karadima: humano y creíble, lleno de detalles, de contradicciones, de manipulación y de… Lejos de la caricatura, Gnecco transita siempre seguro en la cuerda floja para poder encarnar un personaje tan complejo y contradictorio que se mueve entre la “santidad”, el guía espiritual, el manipulador, el “niño” incapaz de contradecir a su madre, el abusador.

Benjamín Vicuña interpreta a Thomas Leyton en uno de sus mejores –si no es el mejor- papeles en el cine, con un personaje –la víctima ya adulta haciendo las denuncias- que logra transmitir sus contradicciones, sus angustias, sus miedos. Realmente conmovedor, angustiante. Una demostración de madurez inimaginable en sus inicios.

Pedro Campos, como Thomas Leyton cuando era joven, Ingrid Isensee, como la madre de Leyton, Marcial Tagle, como uno de los sacerdotes cercanos a Karadima, Francisco Melo, como sacerdote promotor de justicia, y Gloria Münchmeyer, como la madre de Karadima, entre otros, interpretan muy bien sus roles, mostrando un gran nivel y una buena dirección de Matías Lira.

El film de Matías Lira es realmente un aporte en lo cinematográfico como por el tema que aborda que, aunque aparentemente muy conocido, logra transmitir atmósferas, ambientes, el contexto, para mostrar hechos que parecen a ratos o que parecieron para muchos en su momento poco creíbles. El manejo de los ambientes, del vestuario, de cámaras… y actuaciones de muy buen nivel, logran una película que a ratos quita el aliento.

Y NO son las imágenes fuertes –si es que realmente las hay, lo que es subjetivo en este caso-, sino el ambiente que logra transmitir, el entorno del sacerdote, las manipulaciones que hace, la relación de éste con su madre, con las autoridades del clero, con los “niños bien” de la Universidad Católica, la forma en que es tratado,lo que realmente dan esa atmósfera enrarecida, tóxica, fanática, que hacen comprensible que pudieran producirse los abusos de los que fuera acusado Karadima.

Un película para ver y discutir… y para tener más argumentos para arrancar de toda secta (religiosa o de otro tipo).

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Con actuaciones notables y perturbadoras, El Bosque de Kradima será tema de conversación, discusión y polémica. Y debiera estar entre las mejores y más taquilleras películas chilenas del 2015.

Luis Gnecco hace una gran interpretación de Karadima: humano y creíble, lleno de detalles, de contradicciones, de manipulación y de… Lejos de la caricatura, Gnecco transita siempre seguro en la cuerda floja para poder encarnar un personaje tan complejo y contradictorio que se mueve entre la “santidad”, el guía espiritual, el manipulador, el “niño” incapaz de contradecir a su madre, el abusador.

Benjamín Vicuña interpreta a Thomas Leyton en uno de sus mejores –si no es el mejor- papeles en el cine, con un personaje –la víctima ya adulta haciendo las denuncias- que logra transmitir sus contradicciones, sus angustias, sus miedos. Realmente conmovedor, angustiante. Una demostración de madurez inimaginable en sus inicios.

Pedro Campos, como Thomas Leyton cuando era joven, Ingrid Isensee, como la madre de Leyton, Marcial Tagle, como uno de los sacerdotes cercanos a Karadima, Francisco Melo, como sacerdote promotor de justicia, y Gloria Münchmeyer, como la madre de Karadima, entre otros, interpretan muy bien sus roles, mostrando un gran nivel y una buena dirección de Matías Lira.

El film de Matías Lira es realmente un aporte en lo cinematográfico como por el tema que aborda que, aunque aparentemente muy conocido, logra transmitir atmósferas, ambientes, el contexto, para mostrar hechos que parecen a ratos o que parecieron para muchos en su momento poco creíbles. El manejo de los ambientes, del vestuario, de cámaras… y actuaciones de muy buen nivel, logran una película que a ratos quita el aliento.

Y NO son las imágenes fuertes –si es que realmente las hay, lo que es subjetivo en este caso-, sino el ambiente que logra transmitir, el entorno del sacerdote, las manipulaciones que hace, la relación de éste con su madre, con las autoridades del clero, con los “niños bien” de la Universidad Católica, la forma en que es tratado,lo que realmente dan esa atmósfera enrarecida, tóxica, fanática, que hacen comprensible que pudieran producirse los abusos de los que fuera acusado Karadima.

Un película para ver y discutir… y para tener más argumentos para arrancar de toda secta (religiosa o de otro tipo).