Un presidente de Estados Unidos y uno de Cuba estarán cara a cara en la Cumbre de las Américas, un histórico encuentro que sellará el acercamiento entre los dos países archienemigos por más de medio siglo.

El foro hemisférico de este viernes y sábado en Panamá, pretende celebrar el acuerdo que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro anunciaron el 17 de diciembre de normalizar las relaciones.

Sin embargo, Venezuela puede aguar la fiesta. La gran duda ahora es cuánto pesará la decisión de Obama de declarar a ese país una amenaza para su seguridad nacional.

Ver, por primera vez en más de cinco décadas, a Estados Unidos junto a Cuba “iba a ser el momento de la cumbre, pero en cuestión de un mes o dos la agenda cambió y pasó a ser una más tradicional, marcada por el histórico antagonismo”, opinó Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas.

El presidente venezolano Nicolás Maduro -con adhesiones de sus aliados regionales- intensificará en Panamá su cruzada contra Washington, y anunció su intención de presentar diez millones de firmas para exigir a Obama que derogue la medida.

Aún así será difícil eclipsar la foto de un presidente estadounidense y uno cubano juntos. “Esto nadie se lo hubiera imaginado hace apenas seis meses”, expresó Antonio Oviedo, chofer de 57 años, interrogado en las calles de La Habana.

Sin embargo, para los disidentes cubanos que viajaron a Panamá la presencia de Raúl Castro en la Cumbre es un “insulto” y una “bofetada” a Cuba.

Si bien Obama y Castro se saludaron durante el funeral de Nelson Mandela en Sudáfrica en 2013, no han mantenido, como no lo ha hecho ningún líder de los dos países en medio siglo, un encuentro de más de cinco minutos.

Fue justamente en Panamá, en 1956, la última vez que un presidente de Cuba, el dictador Fulgencio Batista, y de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, se reunieron antes de la ruptura, en 1961, de relaciones diplomáticas.

Esta es la primera vez primera desde la primera Cumbre de las Américas en 1994 que Cuba tendrá una silla entre los 35 estados del continente.

Durante la Cumbre, el secretario de Estado, John Kerry, podría reunirse con el canciller cubano Bruno Rodríguez, sin que se descarte un diálogo entre Obama y Castro.

Sin prisas pero sin pausas

Muchos esperaban la reapertura de embajadas en Washington y La Habana antes de la Cumbre. Pero persisten asuntos espinosos pendientes, como el reclamo de Cuba de que Estados Unidos la borre de su lista de países patrocinadores del terrorismo.

Según Washington, se está cerca de anunciar la salida de Cuba de esa lista, que completan Siria, Sudán e Irán. “Estamos tratando de hacerlo rápido”, dijo a la AFP una fuente del Departamento de Estado.

No obstante, los expertos advierten que el restablecimiento de relaciones será “un proceso lento”. “Eso es casi inevitable por los 50 y pico de años de no sólo no tener relación, sino de tener una desconfianza histórica”, explicó Frank Mora, director del Centro para América Latina de la Florida International University.

Desde diciembre, el contacto ha sido constante: hubo tres rondas de negociaciones. Paralelamente iniciaron el diálogo sobre derechos humanos, aviación civil y telecomunicaciones. No son gestos menores.

Los analistas tampoco creen que Venezuela, principal benefactor económico de Cuba, comprometa las negociaciones entre La Habana y Washington.

“De ninguna manera van a dejar a Venezuela insertarse en este proceso (aunque) el gobierno de Cuba públicamente va a seguir expresando su solidaridad con el gobierno venezolano”, aclaró Mora, exencargado de la región en el Pentágono bajo Obama.

Un 59% de estadounidenses apoya que Washington retome relaciones diplomáticas con Cuba; en tanto que un 50% respaldó las sanciones contra funcionarios del gobierno de Venezuela, según un sondeo del Marist College, divulgado este miércoles.

Raúl Castro es pragmático y consciente de la crisis política y económica en Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo.

A diferencia de los foros hemisféricos anteriores, varios países de América Latina acuden a la VII Cumbre de las Américas con sus economías golpeadas. La caída en el precio de las materias primas, un escaso dinamismo de la demanda global y la apreciación del dólar juegan en su contra.

Este panorama sombrío puede servirle a Obama, que acude a Panamá reforzado además con el acuerdo nuclear con Irán, para recuperar un espacio que ha ido ganando China en América Latina con comercio e inversiones multimillonarias.

Pero lo que suceda en adelante con América Latina dependerá de su capacidad de maniobra en una región diversa.