En los últimos desastres ocurridos en el país las críticas se han centrado en la Onemi. Sin embargo, no hay que olvidar que las decisiones finales son tomadas por los Comités de Operaciones de Emergencias, que son dirigidos por el representante del Ministerio del Interior y donde -si bien participan todos los actores sociales- quien queda a cargo de la gestión y del control de la emergencia es habitualmente la autoridad política y no la entidad técnica.

En Chile, en la práctica los únicos que estarían preparados para controlar todo tipo de emergencias son los bomberos, sin embargo al momento de dirigir una emergencia o una catástrofe son los órganos políticos quienes asumen.

Un ejemplo concreto de las falencias que tiene nuestro sistema de protección civil puede ser -probablemente- la falta de profesionales universitarios de la emergencia enfocados no en controlar, sino en dirigir las acciones.

Pablo Alarcón estudió en la Laund University en Suecia y cuando volvió a Chile quiso validar su título de Ingeniero en Incendios. Sin embargo, no existe un convenio entre ambos países en esa área y además, no hay ninguna carrera en nuestro país con la cual homologar ese título.

Este hecho también lo reconoce Miguel Reyes, presidente de la Junta Nacional de Bomberos de Chile, quien señaló que está en planes que los títulos que otorga la Academia Nacional de Bomberos sean reconocidos por el Ministerio de Educación.

Esto, sin duda le otorgaría un mayor respaldo a la institución y no descartan que en un futuro próximo pueda ser una entidad profesional, al menos desde el punto de vista académico.

Reyes dijo que por el momento se está modificando la malla curricular interna de la Academia Nacional de Bomberos en tres niveles: novato, experto y profesional.

Este último incluye conocimientos de rescate, incendios, materiales peligrosos, comando de incidentes, telecomunicaciones, inundaciones, rescate en aguas torrentosas, búsqueda y rescate en desastres, entre otras materias propias de la emergencia.