Dentro del cristianismo, la Iglesia Católica es la que más fieles tiene. Según el propio Vaticano, ésta es la única Iglesia de Cristo, “de la que confesamos en el Credo que es una, santa, católica y apostólica”. Además, el Papa es la cabeza visible de esta Iglesia en la tierra.

También indica que “está plenamente incorporado a la Iglesia Católica quien, poseyendo el Espíritu de Cristo, se encuentra unido a la misma por los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, del gobierno eclesiástico y de la comunión”.

“Amarás a Dios sobre todas las cosas; No matarás; No cometerás actos impuros; No dirás falso testimonio ni mentirás” son algunos de los diez mandamientos que los católicos deben respetar. Así también, la Santa Sede habla de las virtudes, las que define como “actitudes firmes que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena”.

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Sin embargo, desde tiempos remotos ciertos representantes de la Iglesia o miembros del clero católico han posibilitado o han dejado pasar ciertas acciones que se contradicen con la religión en sí.

Esta contradicción es la que finalmente hace ruido en la sociedad, esos errores cometidos que finalmente no se pudieron ocultar con el tiempo.

La intolerancia y la muerte, algo por lo que pedir perdón muchos años después

Por orden del Papa, en el siglo XI y hasta el XIII se llevaron a cabo Las Cruzadas, campañas militares “en el nombre de Dios” que tenían por objetivo restablecer el dominio sobre la Tierra Santa y así expulsar a otras religiones, principalmente musulmanes o judíos, pero también habían intereses económicos de por medio. Quienes combatían en éstas se les había prometido la indulgencia de sus pecados.

En tanto, en el Siglo XI se fundó la Inquisición, institución de tipo judicial creada con el objetivo de investigar posibles herejías. Es así que toda sospecha de ofensa en contra de Dios era suficiente para que la inquisición la suprimiera, llegando a realizar desmesuradas torturas.

En todos estos hechos ocurridos en tiempos en los que predominaba la Iglesia Católica, pareciera que “Dios” hubiese sido el motor para que millones de muertes ocurrieran, teniendo la curia romana injerencia en este tipo de decisiones, y hoy en día definitivamente parecen medidas excesivas.

Sin embargo muchos años después, y en nombre de la Iglesia Católica, el Papa Juan Pablo II pidió perdón a Dios por los veinte siglos de errores que se cometieron.

En marzo del año 2000 el Papa dijo: “Perdonamos y pedimos perdón. Pedimos perdón por el cisma entre cristianos, por el uso de la violencia por algunos que servían a la verdad, y por las actitudes de desconfianza y hostilidad hacia los seguidores de otras religiones”.

Según recogió en ese entonces el diario argentino Página 12, esta no era la primera vez que el Papa pedía perdón por actos de este tipo ocurridos en el pasado.

La ciencia… ¡Una aberración!

En el tiempo de la inquisición no sólo los herejes eran el objetivo de esta institución judicial, en aquella época también eran enjuiciados quienes se oponían a lo ya conocido, como los hombres de ciencia, por ejemplo.

Uno de esos casos es el de Galileo Galilei, quien postuló con énfasis la teoría de Copérnico que hablaba que la tierra giraba alrededor del sol y no al revés, lo que a juicio de los inquisidores era incorrecto. Dos veces enfrentó a este tribunal, y la última fue condenado a nueve años de prisión, los que cumplió en su hogar. Además tuvo que abjurar de sus ideas… pese a que estaba en lo cierto.

Galileo ante el Santo Oficio | Joseph-Nicolas Robert-Fleury

Galileo ante el Santo Oficio | Joseph-Nicolas Robert-Fleury

“Los jueces de Galileo, incapaces de disociar la fe de una cosmología bimilenaria, creyeron, muy equivocadamente, que la adopción de la revolución copernicana podía quebrar la tradición católica”, son las conclusiones de una comisión vaticana creada por Juan Pablo II para examinar este caso, según consigna El Mundo.

Otra víctima de la Inquisición fue el también italiano Giordano Bruno, en el siglo XVI. Según cuenta la revista National Geographic, él se sumó a la teoría heliocéntrica de Copérnico y además sostuvo que vivimos en un universo lleno de mundos, donde seres semejantes igualmente podían rendir culto a un Dios.

Sumado a esto, y bajo una concepción materialista de la realidad, dijo que los objetos se componen de átomos que se mueven por impulsos: “no había diferencia, pues, entre materia y espíritu, de modo que la transmutación del pan en carne y el vino en sangre en la Eucaristía católica era, a sus ojos, una falsedad”. Luego de estas declaraciones estuvo cerca de ocho años encerrado en las celdas del Vaticano, y luego, al no retractarse de nada de lo que sostuvo durante su vida, fue quemado vivo.

Abusos sexuales, violaciones y pedofilia

Quienes optan por el orden sacerdotal y deciden dedicar 100% su vida al servicio de Dios, se entregan al celibato y dan sus votos de castidad. Pese a que es una regla dentro de la Iglesia Católica esto no siempre se ha respetado.

Yendo más allá de los límites impuestos, casos de abusos sexuales y violaciones se remontan a siglos atrás, y aunque era algo no reconocido por la Iglesia, sí se sabía.

Hoy se podría decir que este es uno de los principales problemas y preocupaciones de la Iglesia Católica moderna.

Con el paso de los años la iglesia ha reconocido algunos casos, también se ha pedido perdón a la víctimas, como lo hizo el actual Papa Francisco.

Eso sí, la principal crítica hacia la Iglesia Católica son los encubrimientos a estos casos, y la poca severidad con la que son tratados.

En Chile este es un tema relevante, ya que no son pocas las denuncias por abusos que pesan sobre sacerdotes, habiendo casos de más renombre que otros.

El gran cuestionamiento que se realiza -sea de parte de católicos o no- es que los representantes de esta iglesia, de mayor o menor jerarquía, no parecieran ir con la verdad por delante ni tampoco vivir el evangelio que tanto predican, razón por la cual, el catolicismo podría seguir perdiendo fieles.