Los islamistas armados somalíes shebab amenazaron el sábado a Kenia con una “guerra larga y espantosa”, dos días después de haber matado a 148 personas en la universidad de Garissa.

Desde el jueves, “cinco personas fueron detenidas”, declaró el portavoz del ministerio del Interior, Mwenda Njoka.

“Sospechamos que son cómplices de los atacantes, intentamos establecer los vínculos”, dijo. Dos de ellos fueron detenidos en el campus, añadió.

“Uno es un tanzano llamado Rashid Charles Mberesero, estaba escondido en el techo de la universidad en posesión de granadas. El segundo es un vigilante (sospechoso de haber) ayudado a los atacantes a entrar (…) su nombre es Osman Ali Dagan, es un keniano de etnia somalí”, detalló.

El jueves, el ministro del Interior, Joseph Nkaissery, anunció la detención de un “presunto atacante”. Njoka confirmó que formaba parte de los cinco detenidos.

Más de 50 horas después del inicio del ataque, una superviviente, escondida desde hace dos días en un ropero, fue hallada el sábado por la mañana. La víspera, cuatro sobrevivientes habían sido rescatados.

En total, 663 estudiantes supervivientes abandonaron el sábado Garissa con destino a Nairobi a bordo de una autobús fletado por el gobierno. La universidad, que acogía a más de 800 estudiantes de todo el país, ha sido cerrada hasta nueva orden.

Los cuerpos de “cuatro terroristas” muertos en el asalto de las fuerzas de seguridad fueron encontrados en la universidad, donde el jueves abrieron fuego indiscriminadamente, antes de entrar en la residencia universitaria y separar a los musulmanes de los demás. A los primeros los dejaron marcharse y a los no musulmanes los secuestraron.

La entrada de vehículos con matrícula estadounidense en el campus hace pensar que el FBI podría participar en la investigación, como fue el caso en el asalto al centro comercial Westgate por un comando shebab en 2013 (al menos 67 muertos).

Las autoridades kenianas buscan desde el jueves al que consideran el cerebro del ataque, Mohamed Mohamud, por el que ofrecen unos 200.000 euros. Este antiguo profesor keniano de una escuela coránica de Garissa se unió primero al movimiento de los Tribunales Islámicos que se adueñó de Mogadiscio en 2006, antes de pasarse a una milicia islamista y acabar en los shebab.

Amenaza de “guerra larga”

El gobierno keniano prometió el viernes que no se dejará “intimidar” por el ataque de Garissa, el más sangriento en su territorio desde el atentado contra la embajada de Estados Unidos en Nairobi en 1998, reivindicado por Al Qaida, a la que los shebab se afiliaron en 2012.

Pero este sábado los shebab, que reivindicaron el ataque de Garissa, amenazaron a Kenia con un “nuevo baño de sangre” si no se retiraba de “las tierras musulmanas”.

En un comunicado denuncian “la opresión”, “las políticas represivas” y “la persecución sistemática de los musulmanes” en Kenia y “la ocupación de las tierras musulmanas” por parte de Nairobi.

Se refiere a Somalia, donde el ejército keniano combate a los islamistas desde 2011, y a las regiones kenianas de mayoría musulmana del nordeste y del este, fronterizas con Somalia, y las del litoral.

“Si Dios lo quiere, nada nos impedirá vengar la muerte de nuestros hermanos musulmanes hasta que vuestro gobierno cese su opresión y hasta que todas las tierras musulmanas sean liberadas de la ocupación keniana”, afirmaron en este comunicado publicado en inglés.

“La sangre correrá a mares en las ciudades de Kenia, será una guerra larga, espantosa”, añade.

Los islamistas amenazan con atentar contra “escuelas, universidades, lugares de trabajo e incluso casas”.

Los islamistas shebab, debilitados militarmente en Somalia, eligieron Kenia, un país fronterizo, para demostrar, según los analistas, que siguen teniendo capacidad para cometer ataques de envergadura.