Pese a que la Ley de Fármacos impulsada por el gobierno anterior prometía bajar los precios de los medicamentos, obligando a las farmacias a vender bioequivalentes que deberían ser más baratos, la situación actual es la contraria: los remedios han subido y hay mayor escasez.

Según una investigación realizada por Ciper Chile, ello se debería -entre otras razones- a que los laboratorios han preferido producir remedios bioequivalentes de marca y no los genéricos.

Esto porque los de marca cuestan bastante más y resultan más rentables para las compañías, mientras que los genéricos casi no dejarían ganancias. De hecho, los bioequivalentes representan 3% del total de fármacos disponibles en el mercado, y de ésos el 65% tienen marca.

De esta forma, habría un desabastecimiento de medicamentos genéricos que han dejado de fabricarse, lo cual habría provocado alzas adicionales en los precios.

La situación incluso ha ocasionado que el Estado haya aumentado su gasto en medicamentos de forma considerable.

El director del Central Nacional de Abastecimiento (Cenabast), Edgardo Díaz, grafica esto revelando que en 2014 se gastaron $2.728 millones en comprar ácido acetilsalicílico de 100 mg, que es usado para la hipertensión de manera preventiva, con el objetivo de entregarlos a los recintos públicos en 2015. Esto quiere decir que tuvieron un costo de $11 por comprimido. En 2013, el Fisco pasó $1,6 por pastilla, es decir, ahora está siete veces más caro.

Desde julio de 2014 hasta ahora se han iniciado 99 sumarios contra 40 laboratorios, lo que quiere decir que casi todas estas empresas farmacéuticas han sido sumariadas por “incumplimiento de la obligación de bioequivalencia”.

17 laboratorios concentran el 80% de los productos bioequivalentes en nuestro país, y hasta enero habían ocho de ellos que no certificaron ninguno o casi ninguno genérico, sino que sólo remedios con marca: Saval, Novartis, Bagó, Rider, Pharmavita, Sanitas, Etex Chile Farmacéutica y Galenicum Health Chile.

Es más, según reveló una carta de desabastecimiento de una cadena de farmacias a la cual tuvo acceso Ciper, de los genéricos que deberían haber en sus locales, cerca de 40 ya no son fabricados por ningún proveedor, y alrededor de 20 de éstos ni siquiera tienen un reemplazo de marca.

En tanto, la carta de desabastecimiento de la distribuidora Socofar, ligada a farmacias Cruz Verde, da cuenta de que tienen 25 genéricos cuyo registro sanitario no está vigente y, por lo tanto, ya no se pueden venden. La doctora químico farmacéutica Pamela Milla, jefa de la Agencia Nacional de Medicamentos del ISP, sostiene que esto puede significar que los laboratorios simplemente decidieron no fabricarlos más.

La justificación de los laboratorios

ARCHIVO | José Zúñiga | Agencia UNO

ARCHIVO | José Zúñiga | Agencia UNO

Sobre la situación actual, Elmer Torres, gerente general de la Asociación Industrial de Laboratorios Farmacéuticos (Asilfa), explica que muchos laboratorios han dejado de producir bioequivalentes porque los estudios son muy caros.

Torres agrega que creen que la ley es en parte culpable del desabastecimiento y el alza de precios, porque los plazos que les dieron a las compañías eran muy cortos, considerando la gran cantidad de certificaciones que había que hacer. “Bajo esa premisa, era imposible que la industria local pudiera cumplir con esas condiciones”, recalca.

En esa línea, un ejecutivo no identificado comentó que “todos los que éramos agentes del mercado tuvimos que ir al mismo tiempo a pedir certificación in vivo (probados en personas) respecto de determinados productos, entonces se armó un cuello de botella que retrasó aún más el proceso”.

Otro empresario del rubro indicó que usualmente ocurre que los laboratorios más pequeños que suelen fabricar los genéricos, a veces se demoran más en realizar los trámites ante el ISP porque tienen menos personal, y como esa entidad pública es estricta con los tiempos, caducan el registro y multan a la empresa responsable, lo que deriva en que no pueden comercializar el producto que fabricaron.

Falsa escasez en las farmacias

Aunque las farmacias han apuntado a los laboratorios como culpables de las alzas, lo cierto es que para incumplir la ley, han implementado una nueva técnica de incentivos económicos a los vendedores para que ofrezcan determinados medicamentos a los clientes.

Esto se comprueba en que a un año de que la legislación prohibiera las denominadas “canelas”, hay 31 sumarios contra farmacias que han continuado dando beneficios monetarios adicionales a sus trabajadores.

Mauricio Acevedo, presidente de la Federación de Trabajadores de Farmacias, dice que este nuevo método -aplicado presuntamente en las tres grandes cadenas- consiste en que se añaden bonificaciones al sueldo base por cada vender remedios pertenecientes a cuatro “categorías terapéuticas”. Por la primera categoría pagan $55 por cada caja, por la segunda $65, por la tercera $80 y por la cuarta $100.

“Entonces, como hoy tenemos que vender más, vamos a vender remedios que nosotros no sabemos si tienen alguna contraindicación con otros medicamentos que el cliente esté usando, ni si es alérgico ni nada. Y eso lo encuentro gravísimo, siniestro”, expresa.

Asimismo, relató que los incentivos se pagan sólo por la primera caja vendida. Esto provoca que los vendedores den excusas a los clientes y se nieguen a darles más de una caja de un fármaco, porque si les entregan dos o más ellos ganan menos bonificaciones. De esta forma, se crea un escenario de falsa escasez en las farmacias.

“Entonces, si tú me pides dos cajas de paracetamol, yo te vendo una no porque lo esté guardando para venderlo de a poco y que la farmacia esté abastecida. Lo hago así, porque si te vendo dos cajas yo no gano, no llego a la meta que me impuso la farmacia”, acotó Acevedo.