Túnez se dispone a afrontar el desafío de la seguridad tras haber admitido “fallos” en el atentado que costó la vida a 20 turistas extranjeros, cuya investigación está aportando “novedades”, según las autoridades.

“El caso está en manos del juez de instrucción. Hay novedades en el caso pero para preservar el secreto de la investigación y su eficacia preferimos no dar ningún detalle” dijo a la AFP el portavoz de la fiscalía, Sofiène Sliti.

Por su lado, el portavoz del ministerio de Interior, Mohamed Ali Aroui, evocó “más de diez detenciones (de personas) implicadas de manera directa o indirecta en el ataque, entre las cuales gente que aportó apoyo logístico”.

Las autoridades ya habían anunciado nueve detenciones el jueves, pero el portavoz no quiso aclarar si en su nuevo conteo había que incluir estos detenidos.

El padre, los dos hermanos y la hermana de uno de los atacantes, Jabeur Khachnaoui, fueron liberados por la policía, según una fuente policial y un familiar del joven. Aroui no quiso comentar esas informaciones.

“El principal desafío es el de la seguridad [...] y ganar la guerra contra el terrorismo” dijo el presidente tunecino, Beji Caid Essebsi, quien la noche del viernes se dirigió a la nación con motivo del 59º aniversario de su independencia.

El ataque de Yassine Abidi y Jabeur Khachnaoui contra el museo del Bardo, el más prestigioso del país, costó la vida a 20 turistas extranjeros de distintas nacionalidades, entre ellos, dos españoles y dos colombianos (uno de ellos con doble nacionalidad y pasaporte australiano), así como a un policía tunecino.

El atentado, que fue reivindicado por el EI, no tiene precedentes y es el primero contra extranjeros desde la revolución de enero de 2011 que echó del poder al dictador Zine El Abidine Ben Alí.

Interrogantes y “fallos”

El desarrollo del ataque genera interrogantes, pues el museo se halla en el mismo recinto que el Parlamento, que supuestamente debe estar bajo alta protección.

Aunque el ministro del Interior Najem Gharsalli aseguró que sus tropas consiguieron “evitar una verdadera catástrofe, porque en el momento del ataque se hallaban en el museo unas 300 personas”, el jefe de gobierno Habib Essid reconoció “fallos en todo el sistema de seguridad”.

Y el vicepresidente de la Asamblea, Abdelfattah Mourou, afirmó a la AFP que el miércoles “no había policía en torno al parlamento y al museo”.

“He sabido que solamente había cuatro policías que debían garantizar la seguridad en torno al Parlamento, de los cuales dos estaban tomando café. Un tercero estaba comiendo y el cuarto no se presentó”, afirmó.

Yihadistas aliados del EI, un grupo que tiene en sus filas a centenares de tunecinos, habían amenazado en las últimas semanas con llevar a cabo ataques en Túnez.

Según las autoridades tunecinas, cerca de 500 tunecinos que han combatido en Siria, Irak o Libia han regresado ahora al país. Son “bombas de relojería”, advirtió el sábado el diario Al Chourouq.

Los dos autores del atentado, “extremistas salafistas”, habían aprendido el manejo de las armas en Libia, según el gobierno.

Frente a la amenaza yihadista, los responsables tunecinos apelan a la unión nacional. “No podemos ganar esta guerra si no estamos todos juntos” afirmó el presidente Caid Essebsi.

Por otra parte el comité organizador del Foro Social Mundial (FSM) que se celebra del 24 al 28 de marzo en Túnez, indicó tras el atentado que la reunión se celebraría “sin ningún cambio ni modificación”.