Hoy muere oficialmente la idea de que el pujante emprendedor pinochetista de los ’80, el soñador del neoliberalismo que nos dio trabajo y progreso, era al menos algo bueno que había dejado la dictadura. Es el derrumbe del último mito pinochetista: “el emprendedor héroe”.

Estos tipos son dueños de Bancos, AFP, ISAPRES, Inmobiliarias y organizaciones para la especulación. En resumen, de todos esos animales que desde hace años y día a día nos chupan la sangre amparados en leyes asquerosas sancionadas durante un gobierno criminal ilegítimo.

Es un gran día para nuestra sociedad, el comienzo del fin de los intocables, gente protegida que era considerada demasiado importante para la estructura misma del país como para aplicarles las mismas leyes que a todos. Gente de cuello y corbata que siempre nos dejaban con la sensación de impunidad, de que podían hacer cualquier cosa sin recibir el mismo castigo que nosotros: las personas comunes.

No confundir con el empresario que se saca realmente la cresta. Ellos, en realidad, fueron elegidos por Pinochet; prácticamente les entregaron empresas que eran del Estado, de todos los chilenos, para que hicieran sus fortunas, fueron protegidos y amparados. No fue mérito, no fue solo esfuerzo como gritan a los cuatro vientos; fue privilegio, compadrazgo y colusión con una dictadura asesina la que les entregó la posibilidad de sus fortunas, su poder y sus privilegios.

Esto es solo la formalización de cargos y las medidas cautelares, en el juicio puede pasar cualquier cosa. Pero, créanme, el ser formalizados y estar expuestos públicamente como delincuentes ya es un castigo enorme para gente que se siente superior.

¿Se acuerdan cuando decían que esta gente gobernaría mejor porque, como eran ricos, no iban a robar? Esta es la herencia de Pinochet: no un monumento a su legado, solo una larga fila de delincuentes esperando su turno para entrar a la celda.

¿Qué es lo negativo? Constatar que nuestra institucionalidad es tan débil, que estos delitos complejos y gigantescos de estos “peligros para la sociedad” como los denominó el juez, solo salen a la luz si hay traición interna (como también en el caso CAVAL), no por la intervención de fiscalizadores e investigadores. Ahí hay tarea pendiente.

¿Lo importante? Hoy termina un mito que puede abrir la puerta a mayor igualdad en nuestra sociedad. Esta medida es solo comparable al juicio de Manuel Contreras para la herencia pinochetista. No eran salvadores de la patria, no eran paladines del progreso, eran simples delincuentes.

Jorge Baradit
Escritor chileno.
Columna originalmente publicada en Facebook

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