Las autoridades surcoreanas anunciaron este viernes que investigan las eventuales relaciones con Corea del Norte del autor del ataque con un cuchillo contra el embajador de Estados Unidos en Corea del Sur y condenaron la reacción de Pyongyang tras el incidente.

Kim Ki-jong, de 55 años, puede ser procesado por intento de homicidio después de herir a Mark Lippert con arma blanca. El embajador ha recibido 80 puntos de sutura para cerrar un profundo corte en el rostro.

AFP Photo | Jung Yeon - Je

AFP Photo | Jung Yeon - Je

Los elementos que empiezan a aparecer en Corea del Sur sobre el perfil del agresor dejan entrever que se trata de un lobo solitario, un ferviente nacionalista convencido de que Washington es uno de los principales obstáculos para la reunificación de la península coreana.

Kim Ki-jong viajó más de seis veces a Corea del Norte entre 2006 y 2007 e intentó erigir en Seúl un monumento a Kim Jong-il tras el deceso del dirigente norcoreano en 2011. En 2010 fue condenado a cárcel en suspenso por arrojar una piedra contra el embajador japonés.

“Estamos investigando los vínculos eventuales entre el sospechoso y Corea del Norte”, declaró a la prensa Yoon Myung-soon, jefe de la policía para el distrito central de Seúl, donde se produjo el ataque.

“Por ahora no tenemos ninguna prueba pero intentamos determinar si ha violado la ley sobre seguridad nacional”, añadió.

Esta ley entró en vigor en 1948 para proteger la joven Corea del Sur contra intentos de infiltración venidos del Norte comunista. Prohíbe toda promoción escrita u oral de la ideología de Corea del Norte y prevé hasta siete años de cárcel para los transgresores.

Vergüenza y pavor

Los médicos que operaron al embajador durante dos horas y media comunicaron que se recuperaba del ataque y precisaron que le quitarían los puntos la semana próxima.

Ningún nervio facial fue dañado de forma irreversible, subrayaron. Los nervios de un dedo están tocados y la curación de esa herida podría llevar hasta seis meses.

AFP Photo | Yonhap

AFP Photo | Yonhap

Pyongyang calificó la agresión cometida contra el embajador como “justo castigo” y “acto de resistencia” ante la presencia estadounidense en la Corea del Sur, donde tienen lugar actualmente unos ejercicios conjuntos entre Seúl y Washington.

El Ministerio surcoreano de la Unificación, encargado de los asuntos intercoreanos, se declaró consternado por esta reacción.

“Condenamos firmemente a Corea del Norte por haber expresado su apoyo al ataque y haber tergiversado su naturaleza”, declaró Lim Byeong-chol, portavoz del ministerio.

“Corea del Norte debería cesar sus provocaciones irracionales y pensar seriamente en lo que debe hacer para desarrollar las relaciones intercoreanas y una paz de verdad en la península coreana”, dijo el portavoz.

Esta agresión contra el aliado más estrecho de Corea del Sur ha conmocionado en este países donde son corrientes los debates políticos apasionados pero poco dado a la violencia política.

La prensa evocaba también cierto sentimiento de vergüenza por el hecho de que se haya podido producir semejante ataque. “Nos avergüenza no haber sabido impedir que un nacionalista extremista cometa un ataque terrorista”, escribía el diario JoonAng en un editorial.

AFP Photo | Yonhap

AFP Photo | Yonhap

El asaltante, armado con un cuchillo de cocina de unos 25 cm, se abalanzó contra el diplomático al principio de una reunión en torno a un desayuno en el céntrico Instituto Cultural Sejong de Seúl.

La presidenta surcoreana, Park Geun-hye, denunció un ataque contra la alianza militar entre Corea del Sur y Estados Unidos.

Washington lo condenó “con fuerza” y el secretario norteamericano de Estado, John Kerry, advirtió de que su país nunca cederá ante las amenazas. “Continuaremos más determinados que nunca lo que consideramos que responde al interés de nuestro país”, declaró.