“Una de las creencias más poderosas que permanece a nivel inconsciente en el colectivo de una sociedad como la nuestra, es aquella relacionada con la idea de que el trabajo es un martirio, es algo ineludible que llega en algún momento a nuestras vidas y que nos hace detestar lo que hacemos, tolerar a nuestros jefes y compañeros y muchas veces, descargar nuestra ira con los que exigen ser atendidos de una manera afable y cordial; los clientes”.

Así lo afirma Óscar Cáceres, coach de vida, conferencista y creador del plan Extraordinary People Model, quien señala que los orígenes de esta creencia tan instalada pueden ser diversos y se encuentran arraigados en lo más profundo de nuestra conciencia colectiva. “Interpretaciones religiosas, resentimientos sociales o sencillamente aprendizajes heredados de nuestras familias y grupos de influencia”, pueden ser los responsables.

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“Debo indicar que este verdadero síndrome de aversión al trabajo suele ser transversal aunque bastante más soterrado en grupos de profesionales y ejecutivos de alto nivel, pues en ese estrato pudiese ser ‘mal mirado’ el explicitar con tanta vehemencia como en otros grupos, esa conocida sensación de tener que ‘tolerar lo inevitable’ para poder obtener el sustento que nos permite tener y mantener el nivel de vida al que nos hemos acostumbrado”, explica.

Cáceres dice que lo relevante de esta verdadera “programación mental”, son los efectos que produce en cada uno de nosotros y en los ambientes laborales en los cuales nos desempeñamos. “Enumero a continuación algunos síntomas que son comunes cuando somos presas de este verdadero ‘virus mental’. Si sientes que alguno de ellos te identifica, es probable que seas presa de este virus que como todos, trae sufrimiento e infelicidad a nuestras vidas”.

1. Depresión del domingo en la tarde

“Después de la hora de almuerzo dominguero, nos empieza a invadir una terrible sensación de tristeza y melancolía la que, se agudiza a medida que pasa la tarde y llega la noche y sobre todo cuando comenzamos a pensar en el día que se nos viene”, dice Cáceres.

2. Letargo y somnolencia los días lunes y alegría inusitada los días viernes

El coach señala que “curiosamente el día lunes es el día en que debiéramos estar con mas energía después del reparador descanso del fin de semana y el viernes exhaustos por lo vivido durante cinco días. Suele ser al revés es mas, somos capaces de vivir intensas actividades sociales los viernes en la noche y nuestra energía esta al tope”.

3. Saturación y desencanto con las personas con las que trabajas

Esto se grafica como “sentir una extraña mezcla de aversión y saturación al interactuar con los jefes y compañeros de trabajo. Sientes que tu jefe pierde el tiempo, habla sandeces y las conversaciones de pasillo son cada día mas inútiles. Te sientes ‘chato’”, dice.

4. Tu escape es internet

Eres de los que intentas por todos los medios posibles de chatear lo máximo que puedas y acceder a las redes sociales como una forma de escape. Navegas sin sentido por la red tratando de contar los minutos para termine el día.

5. Irritación y stress

En tu hogar se te percibe cada día con más fuerza irritable y mal humor, sin haber razón especifica, dice Cáceres, añadiendo que es probable que sientas dolores de cabeza y cansancio fuera de lo común.

6. Te aíslas

Evitas en la medida de lo posible el contacto con otros. Sientes que sencillamente es detestable el aguantar reuniones interminables y sin sentido que poco o nada aportan finalmente al trabajo, señala Óscar.

7. El cliente es tu escape

Si cada vez que tienes la oportunidad de interactuar con los clientes de la empresa, vuelcas tu ira con ellos, algo no anda bien. Es probable que también los tramites innecesariamente, les hagas sentir que no son los únicos que sufren, los incomodes y finalmente los trates mal. En el caso de los clientes internos suele ser muy similar.

Un largo camino

Cáceres que que los desafíos de quienes trabajan en el área “Personas” en las organizaciones son “cada día más complejos y requerimos por lo tanto profesionales capaces de instalar culturas positivas y de entusiasmo, en donde se deslice la idea de que el trabajo es una vía de desarrollo y crecimiento personal, y no un castigo impuesto”.

“Sin duda nos falta muchísimo por avanzar para llegar a este tipo de culturas. No estamos entrenado para esto, sobretodo cuando nosotros mismos somos presas de este virus letal”, añade.

Cáceres dice que “comenzamos un nuevo año laboral en donde esta sensación de melancolía es aún más intensa y por lo tanto el desafío es salir de ese estado, preguntarnos si nuestro trabajo es realmente el lugar donde queremos estar y si no es así, tomar acción pues, al menos yo creo que la vida es muy corta para desperdiciarla”.