La resolución del conflicto en el este de Ucrania, que ha dejado en casi un año más de 6.000 muertos, centró este lunes una intensa movilización diplomática internacional, especialmente en Ginebra.

El secretario de Estado norteamericano John Kerry dijo estar “muy esperanzado” respecto a una reducción de la violencia en Ucrania, tras una conversación de 80 minutos con el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov.

Kerry reconoció que la tregua acordada en Minsk todavía no es “un alto el fuego completo”, pero que esperaba que lo fuera “en las próximas horas”. “Espero que esto sea el camino hacia menos violencia y no hacia más decepciones”, añadió.

Por su parte, Lavrov reconoció que el cese del fuego se respetaba globalmente y que se habían retirado las armas pesadas. Asimismo, instó a las autoridades ucranianas a levantar el “bloqueo de facto” impuesto a la región del Donbass y a restablecer allí los servicios esenciales.

En Ginebra, los jefes de la diplomacia estadounidense y rusa participaron en la sesión de apertura del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

En sus discursos ante la ONU, ambos dirigentes defendieron su propio punto de vista sobre Ucrania.

Para Kerry, el Consejo de Derechos Humanos debe “observar los hechos [en Ucrania] y no dejarse inducir a error”. Asimismo, instó a la ONU a “pedir cuentas” a quienes violan los derechos humanos en esta ex república soviética.

El canciller ruso criticó por su parte a aquellos que quieren, a su juicio, sabotear una solución pacífica en Ucrania.

En Moscú, el Kremlin reiteró que el presidente ruso, Vladimir Putin, no cambiaría su posición pese a las sanciones occidentales.

“Los intentos de presionar a Putin o de hacerle cambiar de opinión bajo presión son totalmente en vano”, declaró el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, a la agencia Ria Novosti.

Conversación telefónica

La situación en Ucrania también centrará el lunes por la noche una conversación telefónica entre los presidentes ruso, ucraniano y francés, y la jefa del gobierno alemán.

El presidente francés, François Hollande, reiteró horas antes que “el acuerdo de Minsk es la única base posible para restablecer la paz” en Ucrania, y que debe aplicarse “íntegra e inmediatamente”.

En el terreno, una relativa calma volvía estos últimos días al este de Ucrania, donde el conflicto armado entre fuerzas ucranianas y los separatistas prorrusos dejó más de 6.000 muertos en diez meses.

Aunque el alto el fuego acordado el 12 de febrero en Minsk entró en vigor tres días después, ambos bandos se han acusado mutuamente de violar la tregua en varias ocasiones.

En Ginebra, el Alto Comisario de Derechos Humanos de la ONU, Zeid Raad al Hussein, denunció por su parte las “lamentables destrucciones contra civiles e infraestructuras” en Ucrania.

Kiev y los países occidentales acusan a Moscú de apoyar militarmente a los separatistas, acusaciones que Rusia desmiente.

La cuestión gasística

En el frente energético, la Unión Europea intentó este lunes desactivar un nuevo conflicto gasístico. El gigante ruso Gazprom comenzó la semana pasada a suministrar directamente gas a las zonas controladas por los separatistas, después de que Kiev interrumpiera su distribución.

Ante el temor de que este desencuentro afecte al suministro de gas ruso a Europa, el vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, mostró su voluntad el lunes de intentar alcanzar un acuerdo entre Kiev y Moscú durante una reunión por la tarde en Bruselas.

Un 15% del consumo total de gas de la UE transita por Ucrania rumbo a Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumanía.

La portavoz de los temas de Energía de la Comisión, Anna-Kaisa Itkonen, precisó que “las discusiones serían sobre la implementación del paquete de invierno”.

Este paquete, acordado en octubre de 2015, incluía el precio de compra y las cantidades de hidrocarburo que el grupo ucraniano Naftogaz debía abonar durante seis meses al ruso Gazprom.