Dinamarca desveló este jueves un plan antiterrorista, dotado de 130 millones de euros, casi una semana después de los ataques islamistas contra un centro cultural y una sinagoga, que dejaron dos muertos.

El plan, que era previo a los atentados, tiene como objetivo que los servicios de información puedan estar alerta sobre ciudadanos daneses que quieran unirse a organizaciones yihadistas como el Estado Islámico (EI) y también combatir la “radicalización en prisión”, dijo la jefa del gobierno, Helle Thorning Schmidt.

“Queremos asegurarnos que los servicios de información tengan la capacidad de vigilar a los daneses que salen al extranjero para participar en actividades extremistas”, agregó Thorning Schmidt en un conferencia de prensa en Copenhague.

Cerca de la mitad del presupuesto de este plan (unos 140 millones de dólares), que tiene una extensión de cuatro años, está reservado a la inteligencia militar, especialmente a la vigilancia de actividades fuera del territorio.

Dinamarca es, después de Bélgica, el país europeo que tiene un mayor número de yihadistas combatiendo en Siria y en Irak, en las filas de grupos radicales, como el Estado Islámico (EI), en relación al total de su población. Se estima que unos 110 daneses han partido a Siria.

Dado que muchos de estos yihadistas vuelven a sus países, el gobierno danés, al igual que otros países europeos, teme que puedan realizar atentados en sus territorios.

El presunto autor de los atentados en Copenhague, Omar El Husein, había expresado en prisión su deseo de partir al extranjero a combatir. Sin embargo, los servicios de información no encontraron indicios de que hubiera realizado ningún viaje a Siria ni a Irak.

Después de los atentados contra un centro cultural, que celebraba un debate con la presencia de Lars Vilks, amenazado por realizar caricaturas de Mahoma, y de un ataque contra una sinagoga, el presunto responsable fue ultimado por la policía.