La justicia surcoreana condenó este jueves a un año de cárcel a la heredera de la aerolínea Korean Air (KAL), detenida en diciembre por expulsar durante un vuelo a un tripulante de cabina que le sirvió mal unos frutos secos.

Cho Hyun-Ah, de 40 años, fue condenada por un tribunal de Seúl por infringir las reglas de seguridad aérea. El 5 de diciembre, exigió que el responsable de la tripulación de un vuelo Nueva York-Seúl abandonara el avión, por lo que el aparato tuvo que volver a la puerta de embarque y tuvo un retraso de varios minutos.

Cho, que era dirigente de la compañía, se indignó cuando le sirvieron unos frutos secos que no había pedido y por el hecho de que iban en una bolsa y no en un bol.

El tribunal consideró que la heredera había modificado ilegalmente el plan de vuelo del avión, opinando, al contrario que los abogados de Cho, que el aparato estaba “en vuelo” ya que se encontraba en movimiento.

La ex vicepresidenta se comportó “como si se tratara de su propio avión privado”, indicó el tribunal, que aseguró que, debido a la repercusión internacional de la noticia, Cho “ofendió la dignidad” de su país.

“El incidente jamás se habría producido (…) si no tratara a los empleados como siervos feudales, sin el menor respeto por los demás como seres humanos”, declaró el juez Oh Sung-Woo.

‘Respetar al prójimo’

“Lamento profundamente lo que hice”, escribió Cho en una carta de excusas leída por el juez, en la que aseguró que había aprendido a “respetar al prójimo” durante sus seis semanas de prisión preventiva.

La heredera de Korean Air también fue considerada culpable de agredir al jefe de cabina, Park Chang-Jing, que explicó que tuvo que arrodillarse y pedirle perdón a Cho, quien lo golpeó con un manual de instrucciones.

La fiscalía había pedido tres años de cárcel para Cho, pero el tribunal explicó que había querido ser indulgente, dado que no puso ninguna vida en peligro, que la condenada es madre de dos niños y que su reputación profesional y personal está por los suelos.

El juez condenó a otro dirigente de la aerolínea a ocho meses de prisión por haber obligado a la tripulación del avión a dar falso testimonio sobre lo ocurrido.

El incidente tuvo una inmensa repercusión en Corea del Sur. La opinión pública vio una prueba más del comportamiento arrogante de los hijos e hijas de los poderosos jefes de los “chaebols”, los conglomerados que dominan la economía local.

Al igual que Cho, esos herederos ocupan altos cargos en los negocios familiares, tras un periodo de aprendizaje simbólico que suele ser breve.

Un halo de impunidad rodea a los directivos de los “chaebols”. Los pocos que se enfrentaron a la justicia por acusaciones de fraude cumplieron condenas leves cuando no fueron indultados tras un breve paso por la cárcel.

Cho tuvo que dimitir de todos sus cargos en KAL y presentar públicamente sus excusas. Su padre, el jefe de la compañía, Cho Yang-Ho, también se disculpó por haber educado mal a su hija.