La urgencia por reformas en materia de seguridad es el aspecto más crítico para la mayoría de los habitantes de Santiago. El tema es aún más preocupante en los sectores más vulnerables con nota 3,9, en la escala del 1 al 7. El 61% de este grupo estima que es necesaria “más seguridad, lucha eficaz contra la delincuencia y drogas”. Pese a esto, y otros temas urgentes como más y mejores áreas verdes y el excesivo tiempo de traslado a los lugares de trabajo, el 71% de los habitantes de la capital no se iría de la Región Metropolitana ni se cambiaría de comuna.

Estas son algunas de las conclusiones que arrojó el estudio de la Universidad Andrés Bello sobre “Calidad de Vida en el Gran Santiago”. La encuesta, que realizó la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAB y la consultora Mauricio Culagovski & Asociados, se aplicó en forma presencial a una muestra aleatoria de a mil personas, en 34 comunas de la Región Metropolitana.

El estudio, cuyo margen de error es de 3,1%, se realizó en el segundo semestre de 2014 y abordó temas como vida de barrios, convivencia, felicidad y uso y distribución del tiempo. De los encuestados, el 49,5% son mujeres y 50,5% hombres.

Movilidad

Según el estudio, el Gran Santiago es una zona con poca movilidad social donde la gente tiene poco interés por redistribuirse, una situación que mantiene la segregación. Sólo el 24% de los encuestados se iría de la Región Metropolitana y el 71% no se cambiaría de comuna. Entre las principales razones argumentan estar acostumbrados, en el caso de los estratos Bajo y Medio, y por la tranquilidad del lugar, en el estrato Alto.

Según la doctora Claudia Mora, directora de Investigación de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales UNAB, “más que una decisión individual, los santiaguinos parecen preferir quedarse en el barrio donde han vivido toda su vida porque no conocen otro Santiago, y eso es producto de la segregación urbana de nuestra ciudad”.

“Esto puede deberse a los patrones históricamente presentes en Chile respecto a la desigualdad, en ámbitos fundamentales como el económico, social y, en este caso, territorial. La segregación urbana presente en nuestra capital es una de las manifestaciones de los altos niveles de desigualdad que existen en Chile”, explica Marcela Flotts, directora de Trabajo Social y académica de la UNAB.

Tiempos de la mujer

Los sectores medio con 52% y alto con 59% son los más satisfechos con el uso o distribución del tiempo libre. La mayor insatisfacción está en los sectores más vulnerables: 39% está poco satisfecho y 17% poco satisfecho.

Si bien para el 58% el tiempo libre es una “oportunidad para hacer las cosas que más me gustan” y para el 26,5% “una oportunidad para recuperar energías, descansar”, hay un 6% que lo ve como “una oportunidad para hacer pitutos o trabajo extra”. Este último aspecto se da sólo en los segmentos medio (3,4%) y bajo (9,2%).

Con un 38,3%, el segmento bajo es el que más estima que dedica “demasiado” tiempo al trabajo remunerado (versus la clase media con 30,4% y alta con 20%). Eso se condice con que el 62,1% de este sector desee tener más tiempo libre para dedicar a la recreación en lugar de tener que “pitutear”. También el 55% de este grupo quisiera tener más tiempo para dedicar a la educación.

“Los más vulnerables, los pobres más que los ricos, las mujeres más que los hombres, los viejos más que los jóvenes, sienten que el tiempo y cómo este se divide en su cotidianidad es algo que se les impone desde afuera, tiránicamente, y cuentan con pocas posibilidades de manejarlo, de comprar tiempo para ellos mismos, tiempo no obligado. Los más vulnerables, la mujer de más edad y pobre, es la que sufre mayormente el agobio de esa tiranía, que conjuga la obligación del tiempo obligado del trabajo remunerado y doméstico”, plantea Mauro Basaure.

Los resultados muestran que la mujer se siente sobredemanda con actividades domésticas y cuidado de hijos y nietos, que quisiera menos trabajo doméstico y más tiempo libre. El 53% de las mujeres, y el 59% del segmento más bajo, cree que dedican “muy poco” tiempo a la recreación.

Ellas estiman que “dedican demasiado tiempo” a lo doméstico (27%, hombres 6%), al cuidado de los nietos (33%) y a la vida familiar (22%). El 23% además quisiera dedicar menos tiempo al trabajo doméstico. Además, el 28,5% de las mujeres y el 27,7% de los sectores vulnerables manifestaron que con frecuencia se sienten abrumados en sus actividades familiares.

“La encuesta demuestra que las desigualdades de género y socio-económicas se cruzan y crean condiciones de vida muy dispares para las mujeres de distintos recursos. El ingreso de las mujeres al trabajo remunerado ha significado, para la mayoría, agregar a la jornada doméstica, la laboral. Y, al no tener recursos para comprar el servicio de cuidado, es obvio que las mujeres de comunas más pobres de Santiago se sientan abrumadas por las obligaciones del cuidado, lo que no ocurre con las de comunas más ricas”, precisó Claudia Mora.

Vida de Barrios

Uno de los aspectos más relevantes y mejor evaluados, con una nota promedio de 6,2 en todos los segmentos, es la vivienda. Es una de las prioridades a la hora de elegir un barrio. La clase media le otorga la mayor valoración con un 83% de satisfacción.

“Hace algunos años se han implementado Políticas Sociales dirigidas particularmente a la clase media, mediante subsidios que han permitido a este grupo complementar su propia capacidad económica para la adquisición de una vivienda, aumentando así el número de propietarios. Sin embargo, en los sectores más pobres los programas sociales continúan mayormente asociados a la entrega de viviendas de baja calidad y en barrios que no son escogidos por ellos, lo que obviamente baja el nivel de satisfacción”, plantea Marcela Flotts.

El 56% de los encuestados estima que se requiere con urgencia “más seguridad, lucha eficaz contra la delincuencia y drogas”, a lo que se suma la necesidad de contar con más programas de seguridad. El 51% está “de acuerdo” o “muy de acuerdo” con que la violencia es un problema grave en el barrio/sector donde vive, cifra que en los sectores más vulnerables llega al 66%.

“Los santiaguinos reconocen mejoras en su calidad de vida, principalmente vinculadas al acceso a recursos sociales básicos, como la vivienda. Sin embargo, la percepción de inseguridad está presente en lo cotidiano, sobre todo en sectores con alta incidencia de delitos graves. Los avances en lo material es reconocido, pero la inseguridad diaria al trasladarse al trabajo o al estudio por supuesto previene que las personas se sientan satisfechas con su vida barrial y con su ciudad”, detalla la doctora Claudia Mora.

También el estudio reveló la necesidad que existe de contar con más áreas verdes, parques y plazas. El 36% estima que es una de las reformas más urgentes y el 68%, que la responsabilidad de implementarlas es del gobierno local (municipalidad, alcalde).

Otros temas que generan preocupación en los sectores más vulnerables y que obtuvieron calificaciones entre 1 y 4 fueron “facilidad para llegar al trabajo” (55%), “limpieza de calles y lugares públicos” (47%), “calidad de áreas verdes” (46%) y facilidad de acceso a las áreas verdes (42%). Este último es uno de los aspectos mejor evaluados por los sectores más acomodados con un 93% de satisfacción.

“El nivel de satisfacción con las condiciones de vida en el Gran Santiago y, sobre todo, en los sectores con mayores niveles de pobreza, es relativamente alto. Una hipótesis al respecto es que este segmento de la población está en la encrucijada entre el pasado, cuando las condiciones de vida fueron innegablemente peores que las actuales, y el futuro, donde las expectativas de mejoras se sustentan en su percepción de un mejor hoy que el ayer. Esta encrucijada tendería a que sus percepciones del presente, no fueran ‘tan malas pero tampoco tan buenas’”, comenta Mauricio Culagovski.

También el estudio reveló que en el Gran Santiago falta “vida de barrio”. Si bien el 56% de los encuestados manifestó sentirse “identificado” y “a gusto” con el lugar donde vive, cerca del 50% manifestó no tener amigos en el barrio y el 58% que no hay tiempo para la vida comunitaria. En tanto, el 78,7% no pertenece a ninguna asociación de vecinos en el barrio. Las mujeres con 24,6% y los sectores más vulnerables con 24,8% son quienes más participan. La Junta de Vecinos concentra la mayor participación con 54,5% del total. Le sigue la organización de la Iglesia con 20,7%.