Estados Unidos y la Unión Europea (UE) reanudaron este lunes en Bruselas una nueva ronda de negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio iniciadas hace un año y medio y que despiertan la desconfianza de la sociedad civil.

Esta nueva ronda, la octava, se extenderá hasta el viernes. Ambas partes no se habían reunido desde que cambió la Comisión Europea y que se nombró a Cecilia Malmstrom como comisaria de comercio.

Malmstrom se reunió en varias ocasiones a fines de 2014 con su contraparte estadounidense, Michel Froman, ocasión que utilizó para afirmar su ambición de dar “un nuevo impulso” a estas negociaciones, marcadas por numerosos desacuerdos.

Las negociaciones de lo que fue bautizado como “Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI)” –aunque a diario se generalizó el uso de TTIP, acrónimo inglés de “Transatlantic Trade and Investment Partnership”– cristaliza la desconfianza de la opinión pública europea frente a la globalización.

Uno de los grandes debates se centra en el riesgo de injerencia de las empresas extranjeras en las políticas públicas. El acuerdo prevé la resolución de eventuales conflictos a través de tribunales arbitrales.

A ambos lados del Atlántico también preocupa la degradación del las normas sociales, medioambientales y de salud.

La Comisión Europea, que encabeza las negociaciones en nombre de los 28 Estados miembros, aspira a tener para fin de año las grandes líneas del acuerdo.

“Es la primera ronda de negociaciones desde que se decidió un ‘nuevo comienzo’. Estoy curiosa de ver cómo las cosas evolucionan”, dijo a AFP Luisa Santos de Business Europe, un influyente grupo de presión favorable a un acuerdo con EEUU.

Para tranquilizar a la sociedad civil, la Comisión Europea multiplicó las iniciativas a favor de una mayor transparencia, con la publicación del mandato de negociación de los 28, que hasta ahora se guardaba bajo secreto.

“Generalmente, los acuerdos de libre comercio se negocian a puertas cerradas. Con el TTIP es la primera vez que hay una fisura en la puerta”, señaló Tom Jenkins de la Confederación Europea de Sindicatos (CES).