Los errores tipográficos -esos cuando pones el dedo en la tecla equivocada- son uno de los más comunes al escribir. Usualmente pasan desapercibidos o, a lo más, son blancos de alguna mofa. Sin embargo en Inglaterra, un juez ordenó el pago de una suma que bien podría llegar a los 8.8 millones de libras (13.4 millones de dólares) como indemnización por uno de ellos.

Claro que no se trató de cualquier error, sino de uno cometido por la Companies House, la oficina de gobierno encargada de registrar la situación en que se encuentran todas las empresas del Reino Unido.

Sucede que en 2009, esta agencia declaró que la empresa Taylor & Sons Ltd, una firma galesa de ingeniería activa durante los últimos 124 años y con más de 250 empleados, se encontraba en insolvencia.

Bastó que la Companies House elevara esta advertencia para que la empresa se sumiera en el caos, con órdenes de productos canceladas, pérdida de contratos y el cierre de sus líneas de crédito con proveedores. Al final, debió declararse en quiebra y fue disuelta en 2014, indica el diario británico The Guardian.

¿El problema? Que la insolvencia no afectaba a Taylor & Sons Ltd sino a Taylor & Son Ltd, una empresa totalmente diferente. Y aunque la agencia de gobierno corrigió su reporte 3 días después, el daño ya había sido hecho.

Para agravar aún más la situación, cuando se conoció el informe, el gerente general de Taylor & Sons, Philip Davison-Sebry, se encontraba de vacaciones fuera del país. Muchos de sus clientes comenzaron a llamarlo creyendo que el ejecutivo había huido.

Debido a los evidentes daños irreparables que tuvo la falta de esa pequeña “s”, los propietarios de la empresa afectada demandaron al fisco y este año los tribunales ingleses determinaron que la Companies House fue responsable de la caída de la firma, con daños valorados en 8.8 millones de libras.

Por su parte, el organismo estatal se defendió aduciendo que, si bien cometió un error, la coincidencia fue un hecho “absolutamente extraordinario” y que no se podía prever sus efectos, argumento que los jueces no tomaron en consideración.

Así que ya lo sabes: revisa muy bien tus informes antes de enviarlos. Nunca se sabe dónde podría estar oculta una indemnización millonaria por el simple desliz de una tecla.