Crítica de Teatro: “Hilda Peña”

Jorge Sánchez
Jorge Sánchez
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Una nueva voz dramatúrgica llega al escenario nacional con “Hilda Peña”, de Isidora Stevenson (“Campo, un drama burgués”), una mirada joven que, desde lo sencillo, humano y reconocible, eleva a su personaje a dimensiones del ser donde las pasiones más profundas se entremezclan con las certezas y las incertidumbres de la vida.

La obra, seleccionada en la Muestra de Dramaturgia Nacional 2014, hace referencia a la muerte de tres miembros del Movimiento Juvenil Lautaro, luego de la expropiación a un banco en Apoquindo (1993).

Siete muertos y más de 20 heridos hubo en la masacre, luego que Carabineros acribillaran el interior de un bus con pasajeros donde se habían refugiado tres lautaristas.

Pero el centro de gravedad en “Hilda Peña” radica en una mujer que había recogido cuando niño a uno de los jóvenes muertos, es decir, en el amor, la nostalgia y la pena por el hijo perdido de alguien que no quiso tener descendencia propia.

Fue el instinto solidario lo que la impulsó a adoptarlo, pese a la pobreza en que vivía esta aseadora en una peluquería, donde había sido recluida por comerse obsesivamente las uñas.

Trilogía virtuosa

“Hilda Peña” no desarrolla el compromiso político del hijo muerto, pero la referencia es vital para entender el entorno social y personal de la protagonista.

Mesa, silla y una pequeña cartera es todo lo que rodea a la protagonista, además de música incidental y opinante, e iluminación que proyecta sombras fragmentadas del cuerpo y cambia según los niveles de realidad a que aluda el texto.

Jorge Sánchez

Jorge Sánchez

Tal vez el mayor logro de Stevenson sea su capacidad de convertir a la palabra, dicha o pensada, en soporte de lo que hace el personaje, comprometiendo siempre todo o parte de su cuerpo.

En esta verdadera dramaturgia de la palabra, Hilda Peña narra-vive-revive situaciones pasadas y presentes, con palabra y acción siempre asociadas a lo sensorial, instintivo y racional.

En una obra rica en matices, Aliocha de la Sotta defiende la humanidad de una mujer que vibra por todos sus poros, con mayor o menor conciencia de lo que es, con intención, pero sin excesos cuando enfatiza las emociones más blandas o duras.

Como cuando dice que ríe de buena gana al oír las risas del hijo y su polola, alegría que tiene eco en su cuerpo por lo que genera en ella, no sólo por ellos.

Incluso, el “no sé” reiterativo que utiliza frente a casi todo, tal vez ignorancia formal, expresa sabiduría intuitiva, una manera de relacionarse con el entorno y estar disponible ante las complejidades de la vida.

Leopoldo Pulgar

Leopoldo Pulgar

Un unipersonal de Isidora Stevenson, dirigido hábilmente por Aliocha de la Sotta (“La mala clase”), que tiene en la actriz Paula Zúñiga (“Neva”, “La vida doble”) un factor fundamental y decisivo en el gran resultado final.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

Gam. Alameda 227. Fono: 2 2566 5500. Miércoles a sábado, 21:00 horas; domingo, 20:00. Hasta el Sábado 1 de Febrero.

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Una nueva voz dramatúrgica llega al escenario nacional con “Hilda Peña”, de Isidora Stevenson (“Campo, un drama burgués”), una mirada joven que, desde lo sencillo, humano y reconocible, eleva a su personaje a dimensiones del ser donde las pasiones más profundas se entremezclan con las certezas y las incertidumbres de la vida.

La obra, seleccionada en la Muestra de Dramaturgia Nacional 2014, hace referencia a la muerte de tres miembros del Movimiento Juvenil Lautaro, luego de la expropiación a un banco en Apoquindo (1993).

Siete muertos y más de 20 heridos hubo en la masacre, luego que Carabineros acribillaran el interior de un bus con pasajeros donde se habían refugiado tres lautaristas.

Pero el centro de gravedad en “Hilda Peña” radica en una mujer que había recogido cuando niño a uno de los jóvenes muertos, es decir, en el amor, la nostalgia y la pena por el hijo perdido de alguien que no quiso tener descendencia propia.

Fue el instinto solidario lo que la impulsó a adoptarlo, pese a la pobreza en que vivía esta aseadora en una peluquería, donde había sido recluida por comerse obsesivamente las uñas.

Trilogía virtuosa

“Hilda Peña” no desarrolla el compromiso político del hijo muerto, pero la referencia es vital para entender el entorno social y personal de la protagonista.

Mesa, silla y una pequeña cartera es todo lo que rodea a la protagonista, además de música incidental y opinante, e iluminación que proyecta sombras fragmentadas del cuerpo y cambia según los niveles de realidad a que aluda el texto.

Jorge Sánchez

Jorge Sánchez

Tal vez el mayor logro de Stevenson sea su capacidad de convertir a la palabra, dicha o pensada, en soporte de lo que hace el personaje, comprometiendo siempre todo o parte de su cuerpo.

En esta verdadera dramaturgia de la palabra, Hilda Peña narra-vive-revive situaciones pasadas y presentes, con palabra y acción siempre asociadas a lo sensorial, instintivo y racional.

En una obra rica en matices, Aliocha de la Sotta defiende la humanidad de una mujer que vibra por todos sus poros, con mayor o menor conciencia de lo que es, con intención, pero sin excesos cuando enfatiza las emociones más blandas o duras.

Como cuando dice que ríe de buena gana al oír las risas del hijo y su polola, alegría que tiene eco en su cuerpo por lo que genera en ella, no sólo por ellos.

Incluso, el “no sé” reiterativo que utiliza frente a casi todo, tal vez ignorancia formal, expresa sabiduría intuitiva, una manera de relacionarse con el entorno y estar disponible ante las complejidades de la vida.

Leopoldo Pulgar

Leopoldo Pulgar

Un unipersonal de Isidora Stevenson, dirigido hábilmente por Aliocha de la Sotta (“La mala clase”), que tiene en la actriz Paula Zúñiga (“Neva”, “La vida doble”) un factor fundamental y decisivo en el gran resultado final.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

Gam. Alameda 227. Fono: 2 2566 5500. Miércoles a sábado, 21:00 horas; domingo, 20:00. Hasta el Sábado 1 de Febrero.