Protestas y apelaciones se multiplicaban el lunes, a pocas horas de la ejecución el martes por la noche de un hombre con retraso mental en Georgia, en el sudeste de Estados Unidos.

La Corte Suprema estadounidense, el último bastión que queda en los esfuerzos por evitar una ejecución, recibió una última apelación a favor de Warren Hill, quien sufre un retraso mental que ha sido probado por numerosos expertos psiquiátricos y cuya ejecución fue ya postergada varias veces.

Warren Hill fue condenado a muerte tras matar a un prisionero con una plancha de clavos en 1990, cuando purgaba ya una cadena perpetua por el asesinato de su pareja.

Su ejecución por inyección letal está prevista para el martes (00H00 GMT del miércoles) en la penitenciaría de Jackson, según autoridades de Georgia.

Tras la negativa de la justicia local de suspenderle la ejecución, la oficina de indultos de Georgia examinaba su caso el lunes, mientras se acumulaban pedidos de clemencia firmados por profesionales de la medicina y el derecho.

En 1986, la Corte Suprema de Estados Unidos prohibió la ejecución de personas dementes, en virtud de la octava enmienda de la Constitución que prohíbe “el castigo cruel e inusual”.

Desde el año 2002, se considera que las personas con deficiencias mentales no pueden ser ejecutadas porque su condición “hace correr el riesgo de realizar una ejecución arbitraria”.

Pero cada estado tiene leyes diferentes para reconocer el retraso mental y Georgia es uno de los más estrictos en ese sentido.

Numerosas organizaciones de expertos y abogados, enfermos y médicos, así como personalidades –incluido el expresidente estadounidense Jimmy Carter– y la familia de la víctima han pedido que se conmute la pena de muerte de Hill a cadena perpetua.