La milicia chiita Ansarualá rodeó el lunes por la noche la residencia del primer ministro yemenita y se encontraba próxima al palacio presidencial en Saná, donde estallaron violentos enfrentamientos que permitieron afianzar su ofensiva en la capital.

Ansarualá, que busca desde el año pasado extender su influencia en Yemen, tomó el 21 de septiembre el control de una gran parte de Saná y el lunes lanzó una nueva ofensiva en la capital.

Los actuales enfrentamientos dejaron nueve muertos y 67 heridos, según el ministerio de Salud.

A final de la jornada, se decretó un alto el fuego. Testigos confirmaron el cese de los combates, mientras un comité conjunto entre gobierno y milicianos chiitas se puso en marcha para garantizar el respeto de la tregua.

Pero la situación continuaba muy tensa. El primer ministro, Jaled Bahah, estaba rodeado por milicianos chiitas armados en el palacio republicano, donde reside desde su nombramiento en octubre, indicó a la AFP el portavoz del gobierno.

Algunas horas antes, el convoy de Bahah, que acababa de participar en una reunión con el presidente Abd Rabo Mansur Hadi, fue blanco de disparos de combatientes chiitas. El jefe de gobierno salió indemne, según la ministra de Información, Nadia al Sakaf.

Reunión de urgencia

Los combates del lunes tuvieron lugar principalmente en el sur de la capital, no muy lejos del palacio presidencial. El presidente Hadi, no obstante, no estaba directamente amenazado, ya que utiliza en pocas ocasiones esta residencia.

Ansarualá dijo que tomaron una estratégica colina próxima al palacio, sector de donde los habitantes huyeron.

La televisión nacional y la agencia oficial Saba también cayeron en manos de las milicias chiitas, también llamadas huthis, que se niegan a “publicar ninguna declaración del gobierno”, afirmó Sakaf.

Durante toda la jornada, Hadi multiplicó las consultas en su residencia, donde negocia un alto el fuego con un representante de Ansarualá, según fuentes políticas.

El portavoz del gobierno hizo el lunes por la noche un llamamiento a “una reunión de urgencia” de todas las fuerzas políticas de Yemen el martes por la mañana, para establecer “una hoja de ruta con el objetivo de poner fin a la violencia”.

La Liga Árabe también pidió a “todas las fuerzas políticas” que pusieran fin a la “lamentable escalada de la violencia” y respetaran a “las autoridades legítimas del país”.

El recrudecimiento de la violencia se produce dos días después del secuestro por milicianos chiitas del jefe del gabinete del presidente y uno de los arquitectos del proyecto de la nueva constitución, Ahmed Awad ben Mubarak.

Según la experta del International Crisis Group, April Longley Alley, “en estos momentos, todo parece posible”, tras el secuestro de Mubarak.

La violencia, que sacude Yemen desde el verano boreal, hace temer una caída del gobierno, aliado de Washington en la lucha contra Al Qaida, y a largo plazo un hundimiento total del Estado. 

Mubarak, que dirige el Diálogo Nacional iniciado tras la marcha en 2012 del expresidente Alí Abdalá Saleh por un levantamiento popular, supervisa la redacción del proyecto de carta magna.

Ansarualá se opone a este texto, que prevé un Yemen federal compuesto por seis regiones, ya que esta organización territorial les privaría de un acceso al mar, uno de sus principales objetivos desde que abandonaron su feudo montañoso de Sada (norte) para conquistar vastos territorios.

Por su parte, la región sudista de Shabwa, de donde procede Mubarak, suspendió el lunes su producción de petróleo para expresar su solidaridad con el secuestrado, según un responsable gubernamental.

En la provincia vecina de Hadramut, los empleados del campo petrolero de Masila también detuvieron la producción por solidaridad, según un responsable de este sector.