Este sábado el papa Francisco visitó Tacloban, ciudad de Filipinas devastada por el supertifón Haiyan en 2013, diciéndoles que “Dios no los había abandonado”. Tras esto regresó a la capital precipitadamente ante la llegada inminente de una tormenta tropical. 

En un gran terreno cercano al aeropuerto apenas reconstruido, bajo el viento y la lluvia, y vestidos con chubasqueros de plástico amarillo, decenas de miles de fieles se congregaron para escuchar las palabras del papa argentino, que mueve a las masas desde su llegada al país el jueves.

Visiblemente emocionado, Francisco anunció que no leería su discurso en inglés y que al no hablar este idioma, se expresaría en su lengua materna, el español. 

Teresita Raza, de 65 años de edad, pasó toda la noche en el aeropuerto esperando ver al papa. “Es como si viera a Jesucristo”, exclamó. “Su presencia reconforta a todas las víctimas de la tragedia. Aliviana su peso”, añadió.

Tras la misa, el líder del Vaticano continuó su programa, pero las precipitaciones y el viento, que se intensificaron al cabo de las horas, lo obligaron a regresar a la capital filipina.

Tacloban fue el epicentro del supertifón, conocido en Filipinas como Yolanda, que en 2013 provocó 7.350 muertos y desaparecidos, así como enormes daños en las infraestructuras en una de las regiones más pobres del país.

Unos 14 millones de personas, alrededor del 15% de la población nacional, viven en la zona arrasada, dedicada a la agricultura y la pesca.