Por cuarta jornada consecutiva, el precio del cobre cerró a la baja en la Bolsa de Metales de Londres. El commoditie experimentó una caída de casi 5 por ciento y se cotizó en 2 dólares con 55 centavos la libra, su valor más bajo desde julio de 2009.

La menor demanda de cobre, por parte de China, las economías emergentes y Europa, debido a un menor ritmo de crecimiento; y la mantención de la oferta de los países productores explican, a juicio del académico y economista Víctor Salas, el retroceso en el precio del cobre.

También hay un tema de forma y no de fondo, explicó el economista Tomás Izquierdo, quien entregó, al tipo de cambio, un grado de responsabilidad por la desvalorización del cobre.

Durante diciembre, el precio del cobre registró variaciones al alza y a la baja; en lo que va de enero, sólo a la baja. Comenzó el año en 2 dólares con 86 y ya se ubica por debajo de los 2,60.

El presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, Andrés Santa Cruz, sostuvo que si bien el precio promedio del metal, para este año, será inferior a los 3 dólares la libra, el tipo de cambio y el precio del petróleo son elementos positivos para la economía.

De concretarse la proyección de Santa Cruz, y de varios agentes del mercado, el Fisco tendría que recurrir a los Fondos Soberanos o a endeudamiento para cumplir con el gasto público comprometido en el Presupuesto 2015, ya que el Erario Nacional se elaboró con una libra de cobre de 3 dólares con 12 centavos.

Hasta el momento eso no va a ocurrir, sostuvo el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, quien expresó que el nivel de precios del commoditie, en el corto y largo plazo, se mantiene estable.

Concordó con el pronóstico del ministro, el ex director ejecutivo del Centro de Estudios del Cobre y la Minería, Juan Carlos Guajardo, quien argumentó que la actual situación, donde la oferta es mayor a la demanda, se debería revertir a contar del próximo año.

Otra variable que permitiría, al cobre, repuntar en su valor, ésta vez por la demanda y no por la oferta, es, a juicio del economista Raphael Bergoeing, el menor precio del petróleo, lo que permitiría dinamizar las economías más desarrolladas y demandantes de cobre.