Esta publicación fue hecha originalmente en el blog Violent Metaphors de la doctora Jennifer Raff. La traducción es de BioBioChile.

Queridos padres:

Les están mintiendo. La gente que dice actuar en el mejor interés de sus hijos está poniendo su salud e incluso sus vidas en riesgo.

Dicen que el sarampión no es una enfermedad mortal.
Pero lo es.

Dicen que la varicela no es gran cosa.
Pero puede serlo.

Dicen que la influenza no es peligrosa.
Pero lo es.

Dicen que no es un gran problema si los niños contraen coqueluche.
Pero lo es.

Dicen que las vacunas no son tan efectivas en prevenir las enfermedades.
Pero las vidas de 3 millones de niños se salvan cada año por la vacunación, mientras que 2 millones mueren cada año de enfermedades que se pueden prevenir con una vacuna.

Dicen que la “infección natural” es mejor que la vacunación.
Pero están equivocados.

Dicen que las vacunas no se ha probado totalmente que las vacunas sean seguras.
Pero las vacunas son sometidas a controles más estrictos que cualquier otro medicamento. Por ejemplo, este estudio probó la seguridad y efectividad de la vacuna contra el neumococo en más de 37.868 niños.

Te dirán que los médicos nunca admitirán que las vacunas tienen efectos secundarios.
Pero sus efectos secundarios son bien conocidos y, salvo en casos inusuales, bastante leves.

Dicen que la vacuna triple causa autismo.
Pero no lo provoca. (La pregunta de si las vacunas causan autismo ha sido investigada en estudio tras estudio, y todos ellos muestran evidencia abrumadora de que no).

Dicen que el timerosal en las vacunas provoca autismo.
No lo hace. Y de todas formas no está presente en la mayoría de las vacunas desde 2001.

Dicen que el aluminio en las vacunas (un componente de la vacuna diseñado para mejorar la respuesta inmunológica del cuerpo) es peligroso para los niños.
Pero los niños consumen más aluminio a través de la leche materna que desde las vacunas, y se requieren niveles muchísimo más altos para causar daño.

Dicen que el Sistema de Reportes de Efectos Adversos de las Vacunas de EE.UU. demuestra que las vacunas son dañinas.
No lo es.

Dicen que es el calendario normal de vacunas es más de lo que el sistema inmunológico de un niño puede soportar.
No lo es.

Dicen que si los niños de otras personas se vacunan, no hay necesidad de que sus propios niños se vacunen.

Este es uno de los argumentos más despreciables que haya conocido. Primero que todo, las vacunas no siempre son 100% efectivas, por lo que aún es posible que un niño vacunado se infecte si se expone a una enfermedad. Peor aún, hay algunas personas que no pueden vacunarse, ya sea porque su sistema inmunológico es deficiente o porque son alérgicos a algún componente. Estas personas dependen de la inmunidad de los demás para protegerse. La gente que prefiere no vacunar a sus hijos contra enfermedades infecciosas no sólo pone a sus niños en riesgo, sino a los de otros.

Dicen que los remedios ‘naturales’ y ‘alternativos’ son mejores que los medicamentos científicos.
No lo son.

La verdad es que las vacunas son uno de nuestros más grandes logros en salud pública, y una de las cosas más importantes que puedes hacer para proteger a tus hijos.

Puedo predecir exactamente el tipo de respuestas que tendré de los activistas contra las vacunas. Debido a que no pueden argumentar en contra de la abrumadora evidencia científica en favor de las vacunas, dirán que trabajo para las grandes farmacéuticas (ni lo hago ni nunca lo he hecho); dirán que no soy una científica (lo soy); o dirán que soy una ‘agente 666′ (y no tengo idea qué es eso, pero estoy bastante segura de que no lo soy).

Ninguna de estas cosas son verdad, pero son las respuestas reflejas de los activistas contra las vacunas porque no tienen hechos que respalden sus posturas. En algún nivel, muy en el fondo, deben ser conscientes de este hecho y le temen a sus consecuencias, por lo que deciden atacar al mensajero.

¿Y por qué te están mintiendo? Algunos lo hacen por dinero, tratando de hacer que le temas a los medicamentos con base científica para que les compres remedios alternativos. Estoy segura de que muchos otros en los movimientos anti-vacunas tienen buenas intenciones y honestamente creen que las vacunas son dañinas. Pero como cierto astrofísico dijo recientemente, “lo bueno de la ciencia es que es cierta aunque no creas en ella”. Y en el caso de los denunciantes de las vacunas, esto no es algo bueno. Las buenas intenciones no evitarán que los microbios infecten y enfermen a la gente, y el mensaje de que las vacunas son dañinas ya está teniendo consecuencias lamentables. Existen brotes de enfermedades que se pueden prevenir con vacunas en diferentes lugares de Estados Unidos debido a niños que no se han vacunado.

En sólo un aspecto, mi mensaje es el mismo de los activistas anti-vacunas: edúcate a ti mismo. Pero mientras ellos quieren decir “lee todos esos sitios web que apoyan nuestra postura”, yo les sugiero leer lo que dice la comunidad científica. Aprende cómo funciona el sistema inmunológico. Lee acerca de la historia de las enfermedades antes de las vacunas o habla con gente mayor que creció cuando la polio, el sarampión y otras enfermedades no podía ser prevenidas. Lee acerca de cómo se desarrollan las vacunas y sobre cómo trabajan. Lee sobre Andrew Wakefield y cómo su investigación que advirtió sobre un vínculo entre la vacuna triple y el autismo fue retirada, y su licencia médica revocada. Lee los grandes y numerosos estudios que han investigado explícitamente si el autismo es causado por las vacunas… y no han encontrado nada. (Y ya que estás en eso, lee sobre las investigaciones en curso para determinar cuál ES la causa -o causas- del autismo, y cómo le han perjudicado las personas que insisten en que lo provocan las vacunas).

Puede parecer mucho trabajo, y los textos científicos pueden parecer intimidantes, pero entender la literatura científica es un arte que puede ser dominado. Aquí hay un excelente recurso para evaluar la información médica en internet, y yo misma escribí una guía para legos sobre cómo leer y entender los artículos científicos. Le debes a tus hijos y a ti mismo el investigar a fondo el tema. No confíes en lo que un extraño diga en la internet (¡ni siquiera en mí!). Lee por ti mismo los estudios científicos que vinculé en esta publicación y conversa con tu pediatra. A pesar de lo que la comunidad anti-vacunas te diga, no debes temer a las vacunas. En realidad deberías temer a lo que podría ocurrirte sin ellas.

“Los humanos tratamos de entender el mundo descubriendo patrones. Cuando vemos una enfermedad o una condición que tiende a aparecer cuando un niño tiene cerca de un año de edad -como el autismo- y que es también la edad en que un niño recibe ciertas vacunas, tratamos de establecer una relación entre ellas. Los padres observan con más atención a sus hijos después de que han sido vacunados. Algunas veces es entonces cuando se fijan en los síntomas. Pero sólo porque dos cosas ocurren al mismo tiempo, no significa que una haya provocado la otra. Es por eso que necesitamos estudios científicos confiables”.

Jennifer Raff
Doctora en Antropología y Genética de la Universidad de Indiana

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