Una victoria del partido griego Syriza podría provocar un efecto de contagio en otros países del bloque europeo que tienen cita con las urnas en 2015, pero según analistas sería un arma de doble filo porque hay una diferencia entre ganar unas elecciones y aplicar el programa electoral.

Si gana Syriza, lo que aún no es seguro, “podría abrir la caja de Pandora poniendo en duda las acciones de muchos de los actuales gobiernos, en particular el italiano”, que intentan impulsar recortes y políticas de austeridad para adecuarse a las exigencias fiscales de Bruselas, estimó la politóloga Catherine Fieschi.

“Los populistas de todas partes verán la oportunidad de impulsar una visión alternativa de cómo conducir un país y clamarán que los electores pueden cambiar las cosas radicalmente si lo desean”, dijo Simon Usherwood, de la Universidad de Surrey, a la AFP.

En un editorial, el periódico italiano La Repubblica, cercano a la izquierda, subrayó que “el verdadero riesgo de contagio de la crisis griega, esta vez no es económico sino político. El éxito de [Beppe] Grillo en Italia, Podemos en España, el ascenso de Liga Norte de [Matteo] Salvini en Italia y de Marine Le Pen en Francia son considerados señales preocupantes de un resentimiento popular creciente hacia las medidas de rigor decididas por Bruselas”.

Tanto Syriza en Grecia como Podemos en España despiertan temor en los sectores financieros así como en las clases políticas tradicionales. Pero también el UKIP británico o el Frente Nacional francés mueven los cimientos de las bases electorales.

El primer ministro finlandés, Alexander Stubb, indicó este martes en Twitter que mantuvo “conversaciones telefónicas” con diferentes líderes europeos sobre las elecciones en Grecia, entre otros temas, “incluida [la alemana] Angela Merkel”.

Contra la “oligarquía europea”

El lunes varios líderes de formaciones políticas antieuropeas, antisistema o antiausteridad, se apresuraron a saludar “la victoria de la democracia” en Grecia tras el fallido intento por elegir presidente.

Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, alentó el lunes al líder de Syriza, Alexis Tsipras, asegurando que “2015 será el año del cambio en España y en Europa” y Jean-Luc Melenchon, líder de la izquierda radical francesa, estimó que “Grecia se va a liberar”.

Pero no fueron los únicos. La jefa del Frente Nacional francés (extrema derecha), Marine Le Pen, se ufanó de “la victoria del pueblo y de sus representantes contra la oligarquía europea y el sector financiero”, mientras que el líder de la formación británica antieuropea UKIP, Nigel Farage, estimó que “el pueblo griego puede ahora recuperar el control de su democracia”.

Los partidos antiausteridad y antisistema querrán sacar provecho de una victoria de Syriza, consideró en tanto Mats Persson, director de Open Europeo, un centro de reflexión.

Pero “ganar las elecciones no es lo mismo que aplicar las políticas” que se pregona, sopesó Simon Usherwood. Un “peligro” para el UKIP como para cualquier otra formación sería que Syriza “termine conformándose con la actual posición griega relativa a la austeridad y las exigencias de la troika” de acreedores (UE, BCE y FMI), con sólo “cambios superficiales”, agregó.

En el mismo sentido, Mats Persson consideró que “lo más interesante será lo que pasará luego” de una eventual victoria de Syriza, “si es capaz de negociar de alguna manera sus deudas, sentará un precedente muy complicado sobre lo que podrá hacer Podemos”.

Syriza “ya empezó en parte a moderar su discurso, explicando que no es favorable a una salida de la Unión Europea y que evidentemente se comportaría de manera responsable”, estimó por su parte la politóloga Catherine Fieschi, cambio con el cual puede decepcionar a sus electores que “se sentirán nuevamente traicionados”.

Para Fieschi “siempre es el mismo problema con los partidos populistas, son eficaces cuando están en la oposición, hábiles para avivar a los electores decepcionados, pero cuando llegan al poder pueden alienarse de esta base”.