El Alto Tribunal de Irlanda autorizó el viernes la desconexión de una mujer embarazada con muerte cerebral, cuyo caso ha relanzado el debate sobre la estricta normativa que rige el aborto en el país.

La mujer, de 26 años y embarazada de 14 semanas, fue declarada clínicamente muerta el 3 de diciembre debido a una lesión cerebral.

Sin embargo, pese a las repetidas peticiones de la familia para detener el tratamiento, los médicos la mantuvieron con vida basándose en el principio constitucional irlandés que reconoce a una mujer y a su hijo nonato un derecho igual a la vida.

En su decisión, el Alto Tribunal ha considerado que mantener a la joven con vida la privaría de su dignidad y sometería a su padre, a su compañero y a sus dos hijos pequeños a una “angustia inimaginable”.

“El estado de la madre se degrada a una rapidez tal y hasta tal punto que no será posible que el embarazo continúe hasta el nacimiento del bebé”, subrayaron los jueces.

El caso ha reavivado el debate sobre la estricta normativa que permite abortar en Irlanda, país de fuerte tradición católica y uno de los estados más conservadores de la Unión Europea en la materia.

Hasta el año pasado, el aborto estaba prohibido y no había ninguna ley que implementara la decisión del Tribunal Supremo de 1992, según la cual la interrupción del embarazo estaba permitida en caso de peligro para la vida de la madre.

En julio de 2013 finalmente se aprobó un texto, aún bastante restrictivo, a raíz al polémico caso de una mujer que murió de una septicemia al tratar de abortar por su cuenta tras serle denegado por la justicia irlandesa.

Solo en 2012, casi 4.000 irlandesas (de ellas 124 menores de edad) viajaron a Reino Unido para abortar, según el Ministerio de Sanidad británico.