La siguiente es una columna escrita por el ingeniero comercial y miembro de Evópoli Nicolás Palma Catalán, en respuesta a la columna publicada en el sitio de análisis político británico UK Progressive y luego replicada en BioBioChile.

Es super común que en Chile cada vez que un diario internacional o alguna columna avala el económico modelo chileno -como se ha visto en numerosas ocasiones este año en columnas como “La nueva mediocridad” del Financial Times o “La libertad es un problema” del Wall Street Journal- la gente le baje el telón a esa opinión y empiecen las tachas que se trataría de neoliberales, de funcionales al capitalismo y demases. Pero cuando se trata se una crítica al modelo, rápidamente se difunde por El Ciudadano y todos concuerdan entonces que estamos increíblemente mal. El sesgo ideológico socialista de las personas no las deja ver las opiniones ni el mundo con altura de miras, como siempre lo han demostrado.

Ahora último, salió una columna de un periodista que habla de las supuestas condiciones de esclavitud del país más próspero de América Latina. Cabe preguntarse si acaso conoce lo que era Chile hace unos 20 años y cómo pasamos de tener un problema grave de extrema pobreza a la actualidad donde la queja es la desigualdad.

La columna parte haciendo una triste y ridícula definición del modelo económico chileno. Antes que nada es recomendable entender que como concepto ‘el neoliberalismo’ es un error, un invento de los socialistas. No existe ninguna escuela económica en el mundo que se denomine neoliberal, no existe ningún liberal serio en el mundo que defienda eso o se etiquete de esa manera e incluso se le achacan medidas a las cuales los liberales se oponen: como rescatar bancos o defender instituciones nefastas como el FMI. En pocas palabras, es un concepto denostativo que no significa nada y que los socialistas usan para describir todo aquello que no les gusta. Si alguien le habla de neoliberalismo, considere poca rigurosidad en esa persona, porque es como hablar de cuentos de hadas.

Siguiendo con la columna, se describe la situación de los trabajadores como una economía de plantación del siglo XIX. Aquí cabe preguntarse ¿qué pasó por la cabeza del autor cuando compara la actualidad con esclavos que no tenían ninguna opción laboral más que servir a los intereses del gobernante o los colonos, que tenían que comprar lo que él decía, comer lo que él decía, cuando se podía y no había por supuesto nada cubierto, y en cualquier momento les quitaban lo que tenían sin ningún tipo de negociación?

Estar a merced de quienes mandan no es comparable a lo que sucede en Chile. Acá la gente no solo puede elegir usar su fuerza laboral de varias formas, puede emprender, tener carros de alimentos, puede capacitarse para en el largo plazo tener mejores expectativas o bien puede estudiar y esforzarse para salir adelante, sin mencionar las instituciones y la carga regulatoria que defienden al consumidor, al trabajador y que hacen que Chile posea la mayor movilidad social del continente y la mayor alza en la tasa inmigratoria de los últimos 10 años. Esto no es casualidad, existen oportunidades incluso para los más necesitados de elegir qué hacer con sus vidas.

El autor luego dice que la concentración económica es tal que es como la Torre de Pisa que en cualquier momento se cae. Cabe recordarle que la riqueza se concentra en todas partes del mundo, incluso en países desarrollados, quienes son más eficientes en satisfacer las demandas de las grandes mayorías. Son los que crecen en desmedro de los menos competentes. Esto es distinto a crecer utilizando al estado vía lobby, con lo cual te jodes a la competencia directamente sin ser mejor que ella. Por lo tanto, la concentración económica no es negativa por definición, solo lo es en la medida que el estado logra distorcionar la libre competencia. Es evidente que en Chile hay casos y casos, no se puede generalizar y decir que todos los millonarios lo son porque roban, ni mucho menos que la concentración genera inestabilidad, pues se ven grandes países capitalistas como Singapur o Taiwan con alta concentración económica y no hay ninguna razón para pensar que caerán.

La desigualdad a la que se apunta es de las más altas dentro de la OCDE, sin embargo no se menciona que ésta viene a la baja sostenidamente a través de los años y que de hecho con Piñera el coeficiente de Gini igualó el promedio de la época de Allende, más aún se habla de la educación y la salud en favor de los ricos, lo lógico si ésta es la situación, es mejorar la educación pública y establecer la gratuidad en la base del sistema educativo, no en las universidades pues éstas terminan atrayendo igual a las clases pudientes y se terminan usando los impuestos de los pobres en pagar la educación de los ricos. Y en salud es evidente que, dado que no hay efectos sociológicos relacionados a la segmentación de clientes, la salud privada solo puede existir si ofrece un mejor servicio que la pública, por ende no es un problema de los privados, sino del estado que exista esa diferencia. Pero ya sabemos lo que harán los socialistas, atacarán a las Isapres.

Luego citan a la Fundación Sol, para que sepan, esa fundación se destaca por mentir y tergiversar la información. En el caso del dato que mencionan, que 9 de cada 10 chilenos ganan menos de $650.000 pesos, ellos toman como base solo el sueldo base imponible, no las gratificaciones, ni las leyes sociales, ni las propinas, ni los bonos por rendimiento, ni nada. Existen numerosos casos de personas con sueldos base relativamente bajos pero que a punta de sueldos variables pueden llegar a tener sueldos onerosos, tal es el caso de los mozos de restaurantes, que suelen ganar el mínimo, pero a base de propinas pueden ganar $800.000 o incluso un millón. Fundación Sol siempre miente y tergiversa. Tal es así que se tuvo que crear una parodia porque era ya demasiado el abuso de los datos que hacían.

El último dato serio que presenta (porque luego se ponen a alabar al movimiento estudiantil), es que solo un 22% de los chilenos tiene un trabajo bien remunerado, mientras que el resto tiene trabajos mal remunerados. Esto no es más que una fotografía del momento. ¿Cómo va la tendencia? ¿Qué porcentaje de la población tenía un trabajo bien remunerado hace 5, 10, 15, 20 años atrás? Chile históricamente ha sido más bien un país pobre, me atrevería a decir que durante los dos siglos de existencia, las veces que el 10% de la población haya tenido un trabajo bien remunerado debieron ser más bien escasas, si es que se dieron alguna vez. Si se espera que el “milagro chileno” nos transforme a todos de pobres a super ricos, pues no. Ahora, si se espera que año a año las condiciones medidas de las personas estén mejorando en distintos aspectos, pues ahí sí funciona. Si cualquier persona mira a través de los años, nunca hemos estado mejor, los sueldos han estado sostenidamente al alza, hemos controlado la inflación, ha aumentado la cobertura educacional y la calidad de los egresados, incluyendo las clases bajas, ni hablar comparando con el resto de sudamerica.

Para terminar el artículo cita a la inequidad y la falta de oportunidades de las clases pobres para surgir, las cuales se contradicen con las tasas de inmigración y con la movilidad social que en datos empíricos es la mejor del cono sur. ¿De dónde sacan sus datos estas personas? Quizás lo más deprimente de quien escribió esta triste columna es el desconocimiento de cómo las recetas liberales han permitido que en Inglaterra, que es su propio país, haya pasado de ser un país del montón tras las guerras mundiales a uno de los países más prósperos de la actualidad. Es obvio que el crecimiento funciona así, primero salen adelante los más productivos de la sociedad, luego el resto a través de la división del trabajo es capaz de especializarse y tener mejores condiciones, de esta manera se disminuye la desigualdad en el largo plazo. No existen fórmulas mágicas.

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