¿Alguna vez observaste a una pareja que se llevaba muy mal y te preguntaste por qué siguen juntos? Es la pregunta que plantea la psicoterapeuta estadounidense Linda Esposito, quien en un artículo en el portal especializado Psychology Today explica las razones tras este fenómeno, que es más común de lo que quisiéramos.

“Cuando era una terapeuta novata hace más de una década, ese era uno de los casos que menos entendía”, dijo la especialista, señalando que mucho después comprendió que “las personas pueden decir que quieren una relación armoniosa, pero no es siempre el caso, especialmente cuando la ira es la unión de su vínculo disfuncional”.

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La profesional dice que tienes dos opciones cuando un amigo, un familiar o un compañero de trabajo se queja de una mala relación. La primera es seguir diciéndole que es una persona amable, inteligente (y otros calificativos positivos) y que se merece algo mejor, o cortésmente decirle que este tema está fuera de tus límites.

“Es duro ver a alguien que quieres pasar por el dolor emocional. Pero también es agotador mental y físicamente que te despierten en la madrugada con llamadas (o te hablen del mismo tema siempre). Te mereces un buen descanso también”, señala Linda.

En este sentido, la profesional comentó las 11 cosas que aprendió -durante sus años de ejercicio- sobre las parejas disfuncionales que se perpetúan en el tiempo.

1. Las cosas no son siempre lo que parecen en las relaciones. Por ejemplo, la pareja aparentemente dependiente (o subordinada) puede realmente tener el poder.



2. El manso y humilde puede actuar nada más que por ira. Esto no quiere decir que no está en plena ebullición en el interior, es sólo que su ira se expresa de manera diferente.



3. Verbalizada o no, la ira siempre va a alguna parte.



4. La persona que hace la mayor parte de las cosas en una relación es la dominante. Cada vez que hay una distribución desigual de las tareas dentro de una relación, la persona menos activa es la que depende de la otra y cuando su compañero no está, se siente perdida.

5. Las personas dependientes son personas que acumulan mucha ira.

6. Las parejas desarrollan patrones o “acuerdos”. Esto es muy poco saludable cuando el propósito de esos patrones o acuerdos tácitos es permitir u ocultar hábitos disfuncionales, como la infidelidad, el gasto excesivo o conductas abusivas.

7. Siempre que hay un conflicto en curso, hay un acuerdo subyacente. Los adultos son participantes voluntarios en asociaciones (como una relación de pareja). Las razones más comunes citadas para permanecer juntos incluyen: los niños, las finanzas, el tiempo invertido, la vergüenza de la separación, y la religión, entre otros, pero el problema más grande puede ser cuando uno cree que merece ser maltratado.

Una vez que interiorizas el mensaje de que no mereces el maltrato emocional, el escenario está listo para el cambio. Vas a llegar a desarrollar un ego sano, y aprenderás a decir que no. Con el tiempo, te darás cuenta de que ninguna condición social, posesión material o presión externa, justifica esta infelicidad.

8. Los acuerdos disfuncionales significan que ambas partes son cómplices en secreto. Si están enterrando la verdad, la realidad es una mentira, y con el fin de mantener viva la mentira, ambos miembros de la relación tienen que estar continuamente mintiendo.

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La mentira crea vergüenza y culpa, lo que lleva de nuevo a la ira. Puede ser la ira en ti mismo por no defender tus valores, o la ira a tu pareja por no cambiar sus hábitos tóxicos. Y cuando proyectas ese enojo hacia tu pareja, sientes un alivio temporal.

10. Las personas emocionalmente saludables aprenden a tolerar, aceptar y controlar su ira.
 Una vez que la ira es reconocida en todas sus formas (ocultas y manifiestas), las herramientas para gestionarlas están en su lugar, y estás listo para dar un paso al costado

11. ¿Cuando abandonas este tipo de relación? Cuando ya no tienes miedo de quedarte solo con tu ira.