El integrante más antiguo de los Viking’s 5 cuenta su historia de amor por la ciudad puerto y de su azarosa llegada a la banda más importante de la región de Coquimbo. Además, habla de sus momentos más difíciles, tanto en lo personal como a nivel artístico.

Es el integrante más antiguo de la banda más importante de la historia de Coquimbo. Sin embargo, tiene los pies sobre la tierra. Y es que según asegura, nunca se ha “creído el cuento”. Eduardo Macuada, guitarrista, hoy vive tranquilo en su casa en el puerto, en el mismo barrio donde nació hace 52 años.

Asegura que los tiempos “más alocados” del famoso grupo tropical Los Viking’s 5 ya pasaron, sin embargo, por estas fechas se prepara junto al mítico conjunto para iniciar un verano más, incluidas las fiestas de fin de año, donde son requeridos ampliamente por empresas y por todo tipo de festivales, la prueba fehaciente de que tanto él, como el conjunto en general siguen plenamente vigentes en la actualidad.

Cuando llegamos a su casa estaba junto a su esposa y tres de sus hijos. Era un día normal. Almuerzo familiar, tarde de ensayo y lectura, a lo que dedica hoy la mayor parte de su tiempo. Pero nosotros quisimos conocer su historia, aquella que lo llevó a ser un virtuoso de la guitarra por casualidad desde muy temprana edad y derrochar talento en la banda coquimbana desde 1978.

Músico por azar

A la hora de hablar de su infancia priman los buenos recuerdos. Creció junto a sus padres y su hermana y según confiesa, él siempre fue el regalón. “Siempre al recordar esos momentos uno se emociona porque es la época que uno más añora. Todo era tan simple si lo ves ahora. Teníamos un pasar tranquilo porque mi papá tenía colectivos, entonces por ese lado, el trabajo nunca le faltó. Además, tanto a mí como a mi hermana nos consentían harto, yo no tengo nada que decir”, afirma Eduardo Macuada, sentado en el pequeño cuarto donde guarda sus instrumentos musicales, desde teclados de la década del ‘80, hasta sus tradicionales y más fieles compañeras, las guitarras.

Y fue probablemente gracias al amor de su padre que trataba de consentirlo, que consiguió tener su primera guitarra, sin proponérselo. Sucede que cuando él recién había cumplido los 8 años, un amigo de la familia llegó hasta su hogar, con el instrumento de seis cuerdas tratando de venderlo. Su padre no lo quiso. Sin embargo, según recuerda Macuada, fue su insistencia la que lo llevó a quedarse con ella. “A mi papá no le interesaba tener una guitarra, pero yo armé un show terrible porque me quedó gustando, y quería que la compraran. Así que ahí le dijeron al amigo que la dejara para que yo me quedara tranquilo, pero sólo que la dejaran, la idea era que después, cuando yo me descuidara me la quitaran, pero no pudieron porque nunca me separé de ella”, cuenta el artista, entre risas.

En su casa no había nadie que supiera tocar, pero aquello no fue impedimento para que el niño hiciera lo imposible por aprender y se pasaba horas y horas ensayando. “Me era difícil en un principio, me compré cancioneros y esas cosas que había antes, pero mi guitarra no sonaba tan bien como las que yo había escuchado. Bueno, eso cambió cuando llegó un primo a mi casa. Él también tocaba, pero sí sonaba bien. Ahí me di cuenta de que para que sonara bien había que afinarla, claro, yo la tocaba nomás”, recuerda Macuada, quien de nuevo deja escapar una sonrisa.

Un hombre precoz

Reconoce que en su vida todo transcurrió rápido, al menos en sus años de juventud. Y es que una vez que comenzó con la guitarra, y aprendió su primer tema completo, “Arriba en la Cordillera”, de Patricio Manns, nunca se detuvo. Su ímpetu por la música fue tal, que poco después ya participaba en grupos musicales que se formaban para la ocasión y se presentaban en diversos locales del puerto.

Macuada recuerda su debut, con un conjunto que se llamaba Alcohual. “Estaba nervioso, pero me pude sobreponer. Lo que pasa es que yo aprendí desde mis inicios a que cuando uno toca tiene que enfocarse en el instrumento nomás, así se pasan los nervios”, expresa.

De esos años, también rememora las dificultades que tuvo con sus padres, básicamente por el tema de los horarios que tenía cuando las presentaciones eran prácticamente todos los fines de semana. “Es que yo era muy chico, tenía 14 años, y llegaba a mi casa de madrugada, para ese tiempo era mucho”, recuerda.

Pero hubo un hecho que determinó su vida poco antes de que ingresara a los Viking’s. Resulta que cuando tenía 16 años fue padre, luego de mantener una relación que no duró por demasiado tiempo. Reconoce que ese ha sido uno de los momentos más difíciles de enfrentar, ya que era inmaduro, y no estaba preparado para esa responsabilidad.

“Uno es joven y hace cosas sin pensar. Hoy tengo una muy buena relación con mi hijo, pero en esos años fue complicado, fue fuerte para mí, para mis padres, para la madre de mi hijo también. Después eso cambia cuando el niño nace, pero cuesta. Y sobre todo porque yo no pude ser un padre presente en ese caso. Ella (la madre de su primer hijo) se casó, tuvo otra pareja y así se van dando las cosas de la vida”, cuenta Macuada.

El gran año de los Viking’s 5: 1978

Pero sin duda su gran año fue 1978. Fue allí cuando conoció a su mujer con la que tuvo 3 hijos y con la que se mantiene hasta la actualidad y fue en ese momento también cuando ingresó a los Viking’s 5. Ellos ya eran una banda reconocida a nivel regional, y Macuada tocaba frecuentemente en los grupos que hacían de teloneros de los intérpretes de “De Coquimbo Soy”.

Justamente el guitarrista había partido y necesitaban a un reemplazante. Y claro, quien mejor que Eduardo Macuada, que conocía al revés y al derecho las canciones de los Viking’s 5 para ser suplirlo. “Fue el Chagua (Onofre Núñez) el que me llamó, para que hiciera una especie de cásting, pero me dejaron de inmediato porque yo me sabía todo el repertorio y tenía esa habilidad para imitar sonidos con la guitarra, al final, aunque uno siempre le da un toque personal, sonábamos casi igual que con el guitarrista anterior y a la banda le siguió yendo súper bien”, recuerda.

El éxito de los Viking’s 5

Aunque de los integrantes originales de los Viking’s 5 sólo queda él, la agrupación nunca ha dejado de tener éxito en cuanto a presentaciones, aunque, confiesa, hubo momentos en que se hacía difícil sostenerse en lo económico, sobre todo para él que se casó muy joven y ya era un padre de familia promediando los ’80. “Claro, tocábamos y tocábamos, pero no siempre ganábamos lo que queríamos. Me acuerdo de una vez en que terminamos una presentación y nos juntamos todos a ver cuál había sido el saldo y fue algo cómico porque nos quedaron como 10 lucas de esa época, y las tuvimos que repartir entre 5 personas. A mí me alcanzó para echarle bencina al auto y nada más”, cuenta.

En ese momento fue vital el apoyo de su mujer quien estuvo con él en los momentos difíciles, pero con quien también le tocó vivir la época de mayor bonanza, en la que el grupo finalmente obtuvo reconocimiento a nivel nacional luego de décadas de “un trabajo de hormiga” en el puerto. “Siempre tuvimos éxito acá en Coquimbo y en la región en general, incluso nuestros temas eran tocados por otras bandas, pero nosotros sentíamos que no nos reconocían como nos merecíamos después de tantos años de hacer música”, relata el guitarrista.

Y coincide en que ese reconocimiento vino recién el 2011 cuando estuvieron en el Festival de Viña del Mar. “Obviamente que ese es uno de los momentos más importantes de nuestra carrera. Ya habíamos estado en el festival de La Serena que fue televisado y nos fue bastante bien, pero es diferente estar en Viña, que es el escenario más importante de Chile. Nosotros antes ya habíamos estado cerca de ir, pero no logramos concretarlo. Sin embargo, esa vez se dio, aunque tuvimos que compartir escenario con otro grupo, igualmente fue importante, porque después de eso logramos entrar en el circuito de la región Metropolitana y probablemente pasamos a otro nivel como agrupación”, reflexiona Macuada, el músico por casualidad, y el integrante más antiguo que de los Viking’s 5.