Decenas de estudiantes asaltaron y retuvieron este viernes la camioneta del alcalde del turístico puerto mexicano de Acapulco, para exigir justicia por la presumible masacre de sus 43 compañeros en septiembre, constató un periodista de la AFP.

“¡Justicia!”, “¡Justicia!”, gritaban los jóvenes que interceptaron la camioneta del alcalde Luis Walton Aburto cuando éste salía de un evento oficial.

Los manifestantes, en su mayoría estudiantes de magisterio de la combativa Escuela Normal Rural de Ayotzinapa -a la que pertenecían los jóvenes desaparecidos- pincharon los neumáticos de la camioneta blindada y le pintaron mensajes en los que se leía “Pueblo organizado” y “Ayotzi vive”.

Los jóvenes viajaron a bordo de autobuses desde la montañosa zona de Ayotzinapa hasta Acapulco, ambas en el estado de Guerrero y separadas por 130 km, para participar de una nueva protesta por la causa de sus compañeros.

Tras retener al alcalde, utilizaron esos autobuses para bloquear la vía por donde viajaba el funcionario, la Costera Miguel Alemán, principal avenida del puerto.

Cerca de 50 elementos de la Gendarmería se desplegaron al lugar, pero no intervinieron.

Tras media hora de tensión, el alcalde salió de su vehículo -en el que viajaba con su chófer y varios guardaespaldas- para dialogar con los manifestantes, quienes expresaron sus reclamos y exigieron total libertad para continuar sus protestas.

El funcionario pudo salir del lugar a bordo de otro vehículo.

Algunos centros comerciales de Acapulco, que esperan a cientos de turistas por el inicio del periodo vacacional de invierno, se apresuraron a colocar vallas en sus accesos principales temiendo agresiones por parte de los estudiantes, algunos de los cuales iban encapuchados.

En un crimen que ha conmocionado al país, los 43 estudiantes desaparecieron la noche del 26 de septiembre en Iguala (Guerrero) al ser atacados por policías locales coludidos con sicarios del cártel Guerreros Unidos.

La fiscalía cree que los jóvenes fueron después asesinados e incinerados por los narcotraficantes, aunque sólo se ha identificado los restos de uno de ellos.

Las desapariciones motivaron la renuncia del entonces gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre.

Este crimen ha generado multitudinarias manifestaciones en México y algunas de ellas especialmente violentas en Guerrero, donde fueron incendiadas algunas dependencias de gobierno de la capital, Chilpancingo.