La policía empezó este jueves a detener a los manifestantes que aún permanecían en el principal campamento del movimiento prodemocracia de Hong Kong, posible epílogo de las protestas que se iniciaron hace más de dos meses para exigir un verdadero sufragio universal a Pekín.

Centenares de policías invadieron el lugar, desmontando tiendas de campaña y barricadas instaladas desde hace 11 semanas en el barrio de negocios de Admiralty, cerca de la sede del poder.

Luego, se dirigieron hacia las decenas de irreductibles que aún permanecían en un ‘sit-in’ en el lugar, los cargaron uno a uno a bordo de vehículos policiales y se los llevaron, constató AFP.

“¡Somos pacíficos!”, “¡No resistimos!”, “¡Queremos una verdadera democracia!”, gritaban los manifestantes.

Poco antes, la policía de la ex colonia británica había dado 30 minutos a los activistas aún concentrados en el campamento para que se dispersaran .

“Pasada esta media hora la policía aislará el área ocupada y establecerá un cordón. Si alguien rechaza irse la policía actuará para dispersarlo o detenerlo”, indicó un alto responsable del cuerpo, Kwok Pak-chung

Desde horas antes, docenas de trabajadores ya habían empezado a desmantelar las barricadas en un extremo del campamento de Admiralty, en el corazón de la ciudad.

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Los alguaciles habían leído ante los manifestantes que permanecían ahí una orden de evacuación apoyada en una sentencia de la Alta Corte de Hong Kong.

El campamento de los militantes prodemocracia está situado en medio de una autopista de nueve vías, uno de los grandes ejes de tránsito de la excolonia británica.

El campamento, instalado hace más de dos meses, perturbó fuertemente la movilidad de los habitantes del enclave, hasta que una compañía de transportes presentó una demanda de evacuación que fue aceptada por la Alta Corte.

“No es el final”

Miles de personas se habían reunido el miércoles por la noche en Admiralty, para una última manifestación. El jueves, buena parte de ellas desmontaron sus tiendas y dejaron el lugar. Tras el fin del ultimátum, la policía dejó partir libremente a quienes deseaban hacerlo, aunque tras un control de identidad.

“Este no es el fin del movimiento. El despertar político entre los jóvenes es irreversible y continuaremos luchando” explicó una de las líderes de los manifestantes, la diputada Claudia Mo, a la AFP.

El inicio de las protestas se gestó en septiembre, cuando las autoridades comunistas chinas insistieron en que los candidatos a las elecciones locales de 2017 fueran aprobados por un comité oficial.

Jóvenes estudiantes salieron a las calles para frenar lo que consideran será una farsa electoral. A ese reclamo político pronto se unieron otras demandas, como la falta de alojamiento o la creciente desigualdad económica en la sociedad hongkonesa.

A las manifestaciones, que en ocasiones degeneraron en choques abiertos con la policía, se unieron hasta 20 diputados de la asamblea local de Hong Kong.

Otro campamento, en Mongkok, la parte continental de Hong Kong, ya fue desmantelado a finales de noviembre.

Uno de los principales hombres de negocios del sector de los medios de comunicación, Jimmy Lai, crítico con Pekín, había asegurado que se quedaría en el campamento “hasta que me arresten”.

En su momento álgido el movimiento congregó a decenas de miles de personas en las calles de la ciudad, pero el apoyo popular se desvaneció ante las dificultades para moverse en la ciudad.

Hong Kong, un territorio chino que se beneficia de una amplia autonomía, vivió con estas manifestaciones su más grave crisis política desde 1997, cuando se produjo la devolución de la colonia británica a Pekín.

China acepta el principio del sufragio universal para la elección del próximo jefe del ejecutivo de Hong Kong en 2017, pero exige que los candidatos tengan el aval de un comité, lo que, según los manifestantes prodemocracia, desembocaría en la elección de un candidato controlado por Pekín.